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Carrera de obstáculos en la ciudad

Coches mal aparcados y barreras arquitectónicas hacen difícil circular con un cochecito de bebé por Valencia

Para el conductor de un cochecito de niño o de una silla de ruedas, para un anciano o una persona con problemas de movilidad, pasear por Valencia puede convertirse en una carrera de obstáculos difíciles de salvar. Semáforos, papeleras, bolardos -esas estructuras de hierro que flanquean la calzada y que quienes las han sufrido las conocen como "rompepiernas"-, buzones, soportes publicitarios... Es el mobiliario urbano. A estos objetos, no siempre dispuestos de forma ordenada en las calles, hay que añadir otros que también dificultan el paso: macetas, sillas y mesas de las terrazas de verano -muchas de ellas sin licencia para ocupar la vía pública-; andamios, vallas, contenedores y camiones de obras; coches aparcados en aceras, calles peatonales y pasos cebra; excrementos y suciedades de procedencia diversa.Si consideramos el mal estado de algunas calzadas y aceras, demasiado estrechas, y el tráfico -por la zona del Mercado central y los Santos Juannes pasan cada día 14.000 vehículos-, circular por ciertas calles de Valencia se convierte en una aventura.

Achim es un alemán de 37 años que vive en la Ciutat Vella de Valencia desde hace seis. Su reciente paternidad le ha enfrentado con los problemas que todos estos obstáculos causan a un carrito de niño en la ciudad. "Nunca se sabe si se puede pasar o no", se lamenta. "Te metes por una acera con coches aparcados a los lados y hay veces que tienes que hacer marcha atrás porque al final de la calle te impiden el paso".

En la calle del Arzobispo Mayoral, el chaflán está ocupado por dos vehículos. El dueño de uno de ellos se justifica con la frase habitual en estos casos: "Es un minuto, tengo que llevar una mercancía justo enfrente". Achim disculpa a los valencianos. Su percepción es que son respetuosos con los niños. "Si te ven con el carrito mueven el coche o retiran lo que te imposibilita el paso. El problema es cuando no están en el lugar para hacerlo. En ese caso no pasas".

Hay calles muy difíciles, pero con el tiempo Achim ha aprendido a evitarlas. Sin embargo, a veces no es fácil. Para llegar al Mercado central ha de atravesar la calle de Bolsería. El contenedor de una obra y dos coches le obligan a bajar de la acera a la calzada tres veces. "En ocasiones tengo que esperar un rato a que pasen los coches o el autobús", explica, "Valencia es una ciudad hecha para los coches y el comercio, donde los camiones de carga y descarga pueden obstruir impunemente las calles peatonales".

El mal estado de las calles y el desorden del mobiliario urbano afecta a muchas otras personas. Juana Andrés es secretaria general de una Coordinadora de Disminuidos Físicos de Valencia, que reúne a 2.700 personas (su página web: www.codifiva.org). En su opinión, no es que las ciudades no estén adaptadas para los usuarios de sillas de ruedas o personas con movilidad reducida, es que los ciudadanos incumplen la ley: "La gente no actúa con mala voluntad, pero desconoce nuestro problema. Aparcan en las rampas y en las aceras. No hay sensibilidad social".

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Juana, que fue defensora del discapacitado, recuerda cuando en los años ochenta se comenzaron a hacer rampas que resultaron no ser adecuadas. "Hay rampas que son trampas", explica, "ahora se construyen con una pendiente muy suave y con suelo antideslizante". Juana considera que "Valencia es una ciudad bastante bien adaptada, en parte porque al ser plana se presta a ello, pero hay ciertas zonas como la Malva-rosa que están muy mal". Una plaza tan céntrica como la de la Virgen que, además, es peatonal, resulta inaccesible para ella que se desplaza en silla de ruedas: "Cada vez que voy pido a un agente que me ayude, no puedo acceder sola a la plaza si no entro por el Micalet o la plaza del Arzobispado".

La ley de 1998 de la Generalitat de accesibilidad y supresión de barreras arquitectónicas, urbanísticas y de comunicación dispone que "la planificación y urbanización de las vías públicas se efectúen de forma que sean accesibles para las personas con discapacidad". Existe la ley pero aún queda mucho por hacer. "Todo lo que es beneficioso para los usuarios de silla de ruedas" explica Juana, "rampas, aceras en buen estado, carriles bici, es bueno para cualquiera, desde un anciano o un cochecito de niño, hasta los repartidores que llevan un carrito. Es hacer de la ciudad un lugar más cómodo y agradable". El Ayuntamiento de Valencia tiene un presupuesto para estos fines de 112 millones, de los cuales 88 corresponden a los que no se gastaron el año pasado. La sensibilización llega sin duda cuando se sufre el problema. "Desde que tengo a mi hija", explica Achim, "entiendo a las mamás que se ponen histéricas con el carrito del niño y la compra".

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