_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Y si lo hubiera propuesto Àngel Colom... PILAR RAHOLA

Nunca he sabido por qué se dice que los altos consiguen las mejores ofertas de trabajo. Debe de ser por aquello de que el poder habita en las alturas... Sin embargo, a tenor de las alturas de casa, no parece que este axioma sea aplicable a nuestros poderes patrios. Siempre recordaré ese titular de La Repubblica, "Il piccolo ma potentissimo Jordi Pujol", titular que, a pesar del elogio evidente, irritó enormemente al aludido. Piccolos o no, lo que si es demostrable es que los políticos ariscos, especialmente si están revestidos de cierta aureola intelectual, consiguen mejor publicidad política que los simples mortales. En este país en el que se lee tan poco y se ríe menos, tener un dirigente que va de leído por la vida y encima riñe al personal, utiliza el sarcasmo -pretendido síntoma de inteligencia- y, sobre todo, pone cara de mala leche cada vez que corresponde, produce su impresión. Sobre todo impresiona a nuestros opinadores profesionales, gente cuya principal profesión es justamente equivocarse de opinión. Ahí está, si no, el enorme éxito que Ribó siempre ha tenido entre este gremio, éxito que se ha correspondido con el clamoroso éxito de votos que el hombre ha padecido.En el binomio Colom-Carod el ejemplo está servido: el primero siempre fue un intruso en el mundo leído y publicitado, mientras que el segundo era reconocido como miembro del gremio. El primero era rural, el otro intelectual. Colom abogaba por la acción, y mientras accionaba y accionaba -en una lucha frenética que le llevó a las más altas cotas de votos que ha tenido nunca ERC-, el otro pensaba. Y qué bien quedaba pensando qué era y adónde iba la política, tan elitista e ilustrado él, sólo fatigado por la política real que Colom se empeñaba en perpetrar. No tengo mucho que decir sobre el linchamiento mediático que siempre padeció Colom mientras fue secretario general de ERC, primero porque forma parte de las reglas del juego, segundo porque no menosprecio los propios errores y tercero porque Colom nunca fue aceptado en el sistema político, demasiado despeinado, incorrecto, demasiado romántico. Sin embargo, y a pesar de la intelectualidad, la prensa y la ilustración pasada por Cambrils, nunca dejó de subir en votos. Quede el dato.

Pero sí creo que hay algo que decir de lo que ocurre ahora. Hay dos verdades absolutas, perfectamente acuñadas, que ya forman parte de la gramática opinadora nacional: Carod ha dado seriedad a ERC y la ha dotado de estrategia. De manera que, por muchos toboganes que suba y baje su acción política, por muchos cambios de alianzas que haga y por muy incoherentes que parezcan sus proclamas de coherencia, Carod es serio. Ergo, lo suyo no es sencillamente errático, lo suyo es ¡estratégico! Pasaré por alto eso de la seriedad, puesto que soy de los raros que piensan que la seriedad de un partido la dotó quien lo sacó de la marginalidad, acabó con Terra Lliure y convirtió una pieza de museo -saltando la Barrera correspondiente...- en un partido parlamentario. Es difícil ser más serio. Pero lo que me parece más dudoso es hablar de estrategia planificada, de coherencia política.

Primero, a diferencia de Carod, que ayer descubre su alma socialista, mañana su vocación izquierdosa y hoy sólo quiere ser amado por el papá convergente, el único verdadero, Colom siempre fue estratégicamente convergente. Y lo digo desde la conocida discrepancia con él que siempre practiqué en este punto. Pero, como mínimo, Colom era serio. El otro, que pone cara de serio, digamos que es francamente más promiscuo en sus alianzas. Además hay una cuestión de seriedad escénica. Nunca desde la época de Barrera ERC había hecho una escenificación de entreguismo a Convergència tan notable. Ya no saben a qué puerta llamar, qué consejería pedir, de qué manera disfrazar con discurso político lo que es auténtica hambre de cargo. Con el agravante de que convergentes y unionistas no saben ya de qué manera reírse de la oferta. Diría más: lo bien que le va a Pujol tener a la novia carodiana pidiéndole la mano día a día, cosa que le permite parecer más sacrificado, más responsable, más centrado.

Segundo, el tema ideológico, no menor. Esquerra no puede ser toda la vida ese partido de izquierdas que lo es tanto que se olvida de serlo cuando le palpita el alma nacionalista. Los que pensamos que la defensa de los intereses colectivos históricamente nunca ha sido una prioridad de la derecha -sólo una coartada, y ahí está desde Cambó hasta Pujol- no podemos entender fácilmente cómo un partido de izquierdas da su aval a un partido de derechas cuya política y cuyo objetivo son los intereses de clase. Resulta tan esperpéntico como si Companys hubiera planteado un pacto con la Lliga. Puedo entender que otras alianzas no sean del gusto nacionalista, pero no puedo entender que, con la excusa nacionalista, se opte por obviar el daño al progresismo que hace la derecha que gobierna.

Sube y baja el ascensor de ERC, y hoy le ha dado por pararse en el ático convergente. Si lo hubiera hecho Colom, que al menos tenía una única estrategia, habríamos tenido una inflexión de sonrisas, sarcasmos y desprecios: ya se sabe, le iluminan las esencias. Pero Carod, a pesar de ser de discurso más variable, ha conseguido parecer un iluminado de la ilustración. Lo suyo es la inteligencia política, la mayoría de edad, la seriedad. Así lo ha decidido la opinión oficial. De manera que es igual lo incoherente, voluble o movido que parezca su discurso: está homologado. En cuanto a Pujol, nació de pie. Va gobernando con el PP, connota y participa de su política de derechas, y a la vez vive electoralmente de los agravios del PP. Y encima, por si acaso, tiene en la retaguardia un partido de izquierdas suplicando atención, dispuesto a salvarle del naufragio. Es igual lo que haga: la patria todo lo perdona.

Si Colom lo hubiera propuesto..., habría sido tildado de submarino. Pero lo ha hecho Carod, que es serio. Y los serios no son submarinos. Los serios son estrategas...

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_