El cartel
Me gusta el cartel de Luis Gordillo para la Bienal de Flamenco. Es una afirmación sin pretensiones. El gusto está a caballo entre la privacidad del instinto, personal e intransferible, y el juicio que aporta sus referencias sociales y culturales, de las que nadie se libra. Es también una manera de conocer que, en función de mil circunstancias inabarcables, proporciona aversión o placer, y suele estar bastante seguro de sí mismo. Lo que gusta es bueno y lo que no gusta, no.No cabe duda que al mirar un objeto se identifica y se hace propio, bonito, feo, interesante, subyugador, vulgar o exquisito, amándolo o detestándolo, pero fijándose en él, que es lo importante, para que nos entre en esa cabeza tan loca y tan dispersa. Por eso es bueno que el objeto, en este caso el cartel, se trate de una novedad en lugar de una repetición de algo conocido y que esté en muchos escaparates y bien a la vista, para que lo alabemos o critiquemos, provocando la curiosidad de mirarlo y discutirlo.
A mí me gusta que sea un fragmento que no te permite distraerte con otros motivos. Me parece un fragmento del cante flamenco desbaratado hasta convertirlo en expresión pura, soslayando la inocencia con las matemáticas. Aunque, bien pensado, no hay nada que soslayar porque no creo que tenga nada inocente; ni tampoco nada en reposo: todo se escapa, inmaterial y fluido. Debe tratarse de una idea compleja sobre una sensación igualmente compleja. Percibo que hay acción, vida, grito, emoción y reflexión, decisión y titubeo. No veo abstracción sino una suma de realidades contradictorias de la vida.
Un único color rojo oscuro y apagado, el color de la garganta, se ha salido fuera, de puro fuerte que es, para rodear a cara como un nimbo. La garganta se ha quedado seca y negra, vacía de aire, enrejada con un signo de multiplicación que se repite sobre los ojos cerrados por el esfuerzo. Sobre la nariz distendida, un triángulo. Asocio los signos matemáticos a la dificultad métrica del cante, marcando unos límites de penetración al hermetismo del arte que sólo cruzarán los entendidos. Es mi visión literaria.
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