Entre besos y cerdos
El rancio encanto de la sala de fiestas La Paloma arropó una de las actuaciones de danza más esperadas de la programación del Grec: el colectivo General Elèctrica que capitanea el coreógrafo contemporáneo Tomàs Aragay. Sus montajes insolentes y provocadores encierran una calidad artística que han convertido a la compañía en uno de los grupos más interesantes e innovadores del panorama dancístico de nuestro país. Sin embargo, en Paradise -un work in progress estrenado el 13 de abril pasado en la Bienal de Turín-, la provocación tiene el freno de mano echado, y el espectáculo no acaba de arrancar del todo.Existen momentos brillantes en los que el espectador vacía su estómago para tomar aire y empezar a machacarse con el leitmotiv de la obra: en las grandes ciudades, la tragedia de no ser nadie, pero todo queda en un esbozo. Un esbozo que juega a atrapar al espectador, pero que no lo logra. Le da y le quita con demasiada rapidez. Los bailarines son excelentes intérpretes, pero apenas bailan; cuando el espectador se empieza a entusiasmar con su danza paran... ¿Será un perverso juego de Aragay? A pesar de las objeciones, Paradise no deja indiferente.
Paradise
Compañía Tomàs Aragay / General Elèctrica. Dirección y dramaturgia: Tomàs Aragay con la colaboración de Andrés Waksman. Creación e interpretación: Idurre Azkue, Sofía Asencio, Iva Horvart, Xavi Sabata y Ferran Carvajan. Videocreación: Ivó Vinuesa. Iluminación y adaptación escenográfica: Manu Martínez. La Paloma. Barcelona, 7 de julio.
El espectáculo comenzó a las 22.15 horas, pero desde las 21.45 las puertas de La Paloma estaban abiertas para que el público que lo deseara disfrutara de la Kiss Box, una divertida propuesta de Pau Ros y Claire Ward-Thornton, para que los amantes de nuevas emociones pudieran besar a un desconocido con los ojos tapados bajo la mirada de una microcámara que proyectaba el, casi siempre apasionado, beso sobre una pantalla. En la misma pantalla en que se proyectaba la matanza de un cerdo. Punto de partida de Paradise. Besos y cerdos crean el clímax de contradicciones que emana de la obra: sensualidad y cotidianidad frente a sordidez y soledad.
Aspectos de las vidas de sus cinco protagonistas, que acuden a una sala de fiestas -los fines de semana- para olvidarse de lo que representan, como miembros del colectivo humano, y desnudar su propia personalidad. Idue Azkue, Sofia Asencio, Iva Horart, Xavi Sabat y Ferran Carvajal encarnan con convicción y talento los diferentes caracteres. Mujeres inocentes y mujeres vampiresas. Hombres viciosos y hombres románticos. Obesidad y delgadez. Las serenas imágenes de paisajes rurales que refleja el vídeo de Ivó Vinuesa contrastan con la intensidad del drama íntimo de cada uno de los protagonistas en su afán de constatar su individualidad.
Acertadísima la banda sonora a base de melancólicas canciones.
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