"Es un Tour de escaladores"
Una curiosa competición se ha establecido antes del comienzo de las etapas. La disputan dos de los grandes favoritos para la victoria final y consiste en llegar el último al camión de firmas de la hoja de salida. Jan Ullrich ganó ayer. Menos de un minuto antes de que se cerrara el plazo llegó el alemán. Trazada su rúbrica, el presentador del Tour Daniel Mangeas, anunció el final de las formalidades. Marco Pantani, el otro competidor, había llegado un par de minutos antes. Hablaba ya con un par de periodistas. Era el punto final a la rutina ceremonial, casi ritual, que mantiene la hora anterior a la partida.Todo se desarrolla en un camping-car, una caravana pintada de amarillo y festoneada de anuncios de Mercatone Uno y otras firmas aparcada en la zona de salida. A su alrededor, curiosos, cazaautógrafos, los mecánicos del equipo y Giuseppe Martinelli, el director. Contento. "Ay, Marco es Marco", dice y se queda tan ancho. "Cuando la fuga de 12 nos pusimos delante y tiramos del pelotón simplemente para que la fuga no fuera escandalosa, para que no llegara a 20 minutos y nosotros sin hacer nada. Además, Marco viajaba allí más tranquilo, controlando la situación". Entonces, le interpreta el periodista, eso significa que Pantani se toma el Tour en serio, que cree que puede ganar. "Bueno, bueno, Marco es Marco", repite, original Martinelli. "Si no gana el Tour, que es muy difícil, ganará una etapa de montaña. Marco nunca desilusiona en montaña, pero no le esperéis muy pronto, creo que su día es Briançon". ¿Cómo? ¿Quién puede creerse eso? ¿Cómo va a esperar el gran escalador a la tercera semana para reventar el Tour? ¿Cómo va a dejar pasar Hautacam este lunes, o el Ventoux, el jueves?
Pantani no le oye. Pantani, el Pirata, está sentado, plácidamente, en el camping-car. Como una viejecita de pueblo, de esas que hacen ganchillo junto a la ventana con tal habilidad que ni se les cae un punto ni nada de lo que pasa en la calle se le escapa, así Pantani, en la ventana, mirando, oculto a la vista de los demás, ve pasar el tiempo. Llegado su momento, Pantani baja del coche, cita al par de periodistas que le esperan en el camión de firmas y allá se va. Firma y habla. Promesas y esperanzas para cuando empiece el verdadero Tour, el de los escaladores. "Sí, será el Tour de los escaladores. Mis rivales son hombres completos, no escaladores, y si estoy bien, cinco minutos no es nada". (Pantani está en la general a 5.26m de Jalabert, el primero de los favoritos).
Hay una Trinidad en el Tour. Los tres que alguna vez lo han ganado. La gente de referencia para el escalador italiano que llega a la carrera francesa tras un año parado y un Giro piano, piano. Uno es Ullrich, el alemán que sufrió su gran derrota a manos de Pantani en el Galibier del 98. El segundo es el propio Pirata. El tercero, el ganador del año pasado, el más temido, el estadounidense Lance Armstrong, uno con el que nunca se ha enfrentado en lo más alto. ¿Tiene ganas Pantani de enseñarle lo que es bueno? "No, no. Mi verdadera ansia no es enfrenarme a Armstrong o a cualquier otro, mi único deseo es enfrentarme yo solo contra la montaña y saber dónde estoy".
"El Tour se gana en la montaña", sentencia el Pirata, "y, por lo tanto, hay que esperar un poco". Y, piano, piano, se va a la salida.
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