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GREC 2000

Ferran Madico dirige 'Taurons', una crítica de David Mamet a la industria del cine de Hollywood

Un despacho de Hollywood, dos fieros hombres de negocios, una secretaria atractiva. Con estos elementos, el dramaturgo norteamericano David Mamet escribió en 1988 Speed-the-plow, una dura crítica contra la industria norteamericana de cine. Han pasado 12 años y, lejos de perder vigencia, el texto ha ganado sentido. Así lo cree Ferran Madico, que ha dirigido la versión catalana, Taurons. El montaje se estrena el 6 de julio -con funciones desde el día 4- en la sala Villarroel de Barcelona, y cuenta con un reparto de primera fila: Lluís Homar, Andreu Benito y Mia Esteve.

"En la obra, Mamet se carga la industria del cine y, por extensión, la industria del espectáculo, el sueño occidental, y demuestra que el sueño se ha convertido en una pesadilla que planea sobre nuestras cabezas", afirma Madico con relación al montaje. El texto está, en cierto modo, imbuido del espíritu contradictorio de Mamet, un autor definido por Madico como "el catalizador contemporáneo por excelencia". "Es la contradicción pura, miembro a la vez de la asociación del rifle y de la de defensa de los derechos humanos. Y, aunque sabe que el mundo está perdido, mantiene una esperanza de poder salvarlo", comenta del dramaturgo.El espectáculo se ha bautizado como Taurons porque el título original es una frase hecha de difícil traducción. "Hemos escogido esta palabra porque se dice que los tiburones tienen una memoria de dos o tres segundos. Lo mismo que los hombres de negocios, que no se acuerdan de alguien hasta que lo necesitan, y entonces se presentan como su mejor amigo", señala el director.

Mamet parte de la base de que el mundo de los negocios es un mundo de hombres, y las mujeres sólo tienen acceso a papeles secundarios. Los personajes centrales de la historia son dos varones tan obsesionados con ganar dinero que no les queda tiempo para pensar qué tipo de cine o qué tipo de teatro quieren hacer, ni siquiera para interrogarse sobre sí mismos. No tienen tiempo para la reflexión, pero sí para el sexo, aunque éste se limita al terreno verbal. "La sexualidad está siempre latente, aunque no llega a realizarse. En un mundo centrífugo de vacío, a los hombres sólo les queda hacer negocios: cada nuevo negocio es un acto sexual, un subidón", señala Madico.

En el teatro de este autor, el lenguaje es "obsesivo, ansioso", y las palabras se van repitiendo "casi como en una danza verbal". Algo que obliga a los actores a hacer un gran esfuerzo de construcción para que las frases cortas cobren pleno sentido. "El texto es una partitura, pero no tienes que hacer sólo la música, sino también la letra, y esto te obliga a ponerte en una tesitura nueva", explica Homar. "Los personajes no existen, son actores inteligentes que dicen una obra inteligente y el espectador debe trabajar casi como un psicoanalista para descubrir como son, no por lo que dicen, sino por su comportamiento", redondea Madico.

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