Camacho deja de ser intocable
Arrecian los reproches sobre el seleccionador, que seguirá al frente de España hasta 2002
Entre la unanimidad casi absoluta que despertó su trabajo y la catarata de reproches que le están cayendo han pasado tan sólo cuatro partidos, los cuatro que ha disputado España en la Eurocopa. José Antonio Camacho, de 45 años, llegó al torneo con las ideas aparentemente muy claras, con siete victorias de siete en la fase clasificatoria, pero se marchó de Brujas con un mar de dudas bajo el brazo: las de la portería, los laterales, los cambios, los jugadores que no le respondieron, los que se dejó en casa... Antes de la Eurocopa, Camacho dijo que se iría si fracasaba en su gran cita, pero ¿es un fracaso caer ante Francia en los cuartos de final? No lo ha entendido así el seleccionador, que ya ha anunciado que seguirá hasta después del Mundial 2002. - La portería maldita
De los 14 tiros a portería que ha recibido España en esta Eurocopa, ha encajado siete goles. Es decir, un 50%, una media altísima. El seleccionador llegó a Bélgica sin convencimiento sobre quién debía ocupar la portería, de ahí que sacrificara a Molina tras su garrafal fallo ante Noruega. Nada creíble sonó la disculpa del técnico: dijo que tenía previsto sustituir al portero tras el primer partido. Y esa inseguridad alcanzó también a Cañizares, un manojo de nervios en sus tres partidos. ¿Debió haber mantenido Camacho a Molina como aguantó a Guardiola tras su mal arranque de Eurocopa? ¿Se la debió jugar con Casillas, el arquero que mejor acabó la temporada? Ambas preguntas tronarán durante largo tiempo en la cabeza del entrenador murciano. La falta de acierto de sus dos guardametas obligó a España a ir siempre a remolque, con el agua al cuello. En el tránsito de Molina a Cañizares, Camacho asume un cambio completo de estilo de portero: del que ocupa un tercio del campo porque actúa muy adelantado -Molina- al que se queda pegado a la línea de gol porque no se fía de sus salidas -Cañizares-. Camacho no tuvo muy claro, pues, cómo quería jugar desde el arranque. Un asunto que empeoró con la ausencia por lesión de Hierro en el centro de la defensa, lo que dejó a la selección sin nadie capaz de salir desde atrás con el balón jugado.
- La polémica de los cambios
A medida que fue advirtiendo Camacho que algunos de quienes tan bien se habían portado en la fase clasificatoria habían llegado fundidos o temerosos a la Eurocopa, los fue dejando en el banquillo. Valerón, Fran, Etxeberria y Aranzabal, especialmente. Porque el equipo que se arrastró ante Noruega fue el mismo que se había paseado en la fase previa. Las entradas sobre la marcha de Mendieta, Sergi, Alfonso e Iván Helguera refrescaron el grupo.
Otra cosa fueron las sustituciones durante los partidos, que aportaron más bien poco. En el primer choque, Alfonso y Mendieta entraron demasiado tarde; en el segundo sucedió lo mismo con Engonga y Urzaiz; en el tercero, Urzaiz y Munitis apagaron al equipo cuando entraron, si bien al final resultaron decisivos; y en el cuarto no se entendió que Urzaiz supliera a Mendieta, un hombre que va de menos a más gracias a su portentosa resistencia física. En este caso, Camacho argumentó que lo hizo porque el centrocampista del Valencia no se abría lo suficiente a la derecha, como si el hombre que a partir de entonces ocupó su lugar, el delantero Alfonso, fuera a actuar más abierto. No lo hizo, por supuesto.Fueron, en suma, cambios poco tácticos, efectuados a salto de mata y que no resolvieron ninguna de las averías que se ciñeron sobre el equipo, ni atrás ni adelante.
Menos explicable todavía fue la suplencia de Sergi en el último encuentro. Primero por el gran partido del lateral catalán ante Yugoslavia, y segundo por el mal momento de juego de Aranzabal, su sustituto ante Francia. Camacho la justificó con un extraño argumento: Sergi es bajito.
Reprochable es a su vez que mantuviera a Michel Salgado todo el torneo de titular, señal inequívoca de la poca fe que le inspiraba su suplente en el lateral derecho, el céltico Velasco. Pero entonces, ¿por qué se lo llevó a la Eurocopa? En casa se quedaron otros que pudieron haber estado: Morientes, Juanmi y Salva, fundamentalmente.
- ¿Se traicionó a sí mismo?
Camacho debutó con España el 23 de septiembre de 1998 en un amistoso ante Rusia (1-0) con un doble objetivo: primero pacificar el ambiente tan crispado que dejó su antecesor, Javier Clemente; y segundo elegir a los mejores hombres, a los más preparados técnicamente.
Ambas ideas las ha mantenido básicamente en pie. El fin de la crispación se prolongó a pesar de que Camacho apuntó reflejos de su predecesor cuando defendió haber jugado bien contra Noruega. Y buscó culpables exteriores. Camacho tampoco renunció a su propuesta atacante. Le fallaron Fran, Valerón, Aranzabal y Etxeberria, pero optó por futbolistas muy ofensivos para reemplazarlos: Mendieta, Munitis, Sergi e Iván Helguera. Renunció, eso sí, al volante de enganche porque no se atrevió a hacer jugar al joven Gerard, como tampoco se atrevió a apostar por Casillas. Helguera, en todo caso, dio un gran resultado como guardián de Guardiola.
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