Dieta mediterránea
El fútbol del sur de Europa se impone clamorosamente en el campeonato al del norte a partir de la mejor relación de sus jugadores con la pelota
La Eurocopa ha enviado un mensaje de estrategia geofutbolística. El Sur, si por tal se entiende a la extensa cuenca mediterránea, se ha impuesto al Norte, representado por los sajones, escandinavos y centroeuropeos. Queda Holanda, cuya singularidad en el fútbol no admite discusión. Cuando se ve a sus hinchas encantados de acudir a los partidos como si fuera una fiesta de carnaval, cuando se observa la distancia que ha separado el juego de su selección del que practican todos sus vecinos, cuesta ubicar a Holanda en algún lugar del mapa. Holanda es el planeta Holanda. Afortunadamente, a pesar de que éste no sea su mejor equipo.Siete de los ocho equipos que han pasado a los cuartos de final están conectados por una línea que les llevaría de Portugal a Turquía. Es el nuevo arco del fútbol europeo: Portugal, España, Francia, Italia, Yugoslavia, Rumania y Turquía. Con todo lo que el juego tiene de casual, no parece exagerado afirmar que se ha producido una traslación en la jerarquía europea. Desde 1968, sólo Francia en 1984 había sido capaz de romper el monopolio de los equipos del Norte y de Centroeuropa. Alemania ganó el torneo en 1972, 1980 y 1986. La antigua Checoslovaquia lo conquistó en 1976. Dinamarca sorprendió en 1992. Y, bueno, el planeta Holanda brilló más que nunca en 1988.
No se puede hablar de un estilo estrictamente mediterráneo, pero sí puede hablarse de ciertos factores que no se corresponden con el juego que han desarrollado los equipos del Norte. Ahora que se presumía el triunfo de la táctica y del vigor físico, resulta que la inmesa mayoría de los equipos clasificados se distinguen por una relación con la pelota infinitamente superior a la de viejas potencias como Alemania, Inglaterra y Suecia. Sólo Italia se resiste a impregnarse de mediterraneidad. Condiciones no le faltan, historia tampoco, ni pasión, pero qué le vamos a hacer: los italianos son al Sur lo que Holanda al norte. Una excepción. Claro que siempre les queda un Del Piero, un Montella, un Totti para recordarles sus orígenes.
Por lo que parece, en esta Eurocopa no prevalece ningún sistema táctico. Se han clasificado selecciones con tres centrales -Italia-, con dos medios centros -casi todas-, hasta con tres pivotes -Francia cuando coloca a Vieira, Deschamps y Petit -, con un volante enganchador -¡ay, si Valerón se hubiera atrevido!- o con dos -Rui Costa y Figo ofician por esa zona sin chocarse-, o con Zidane, que es una categoría por sí mismo. Lo que ha distinguido a todas las selecciones -con el cambio de papeles de Italia por Holanda- es su fiabilidad en el uso del balón. Herejía, hubieran proclamado los tacticistas hace muy poco. La preponderancia de la pelota sobre el sistema se hubiera considerado como un decadente síntoma, como una estúpida negación de los tiempos que corrían.
No hay verdades absolutas en el fútbol, pero cuando la prensa inglesa y alemana analiza los graves defectos de sus selecciones empieza por su inferioridad técnica frente a portugueses y rumanos. No se pueden explorar los problemas de Inglaterra y Alemania a partir de la táctica, y sí por la abundancia de futbolistas incompetentes. Ningún defensa inglés podía sacar la pelota con una mínima garantía. Eso significaba perderla inmediatamente frente a rivales creativos, habilidosos y muy dispuestos a ganar los partidos. Ningún jugador alemán resistiría la comparación con los antecesores que ganaron la Eurocopa de 1980 o 1972. Alemania ha sido víctima de su descabellada fascinación por la proteína. Al menos como metáfora de su fútbol. Por eso resulta tan interesante la inversión de valores que se ha producido en esta Eurocopa, donde la escala de funcionamiento está determinada por los jugadores -los buenos jugadores sureños- y su relación con la pelota. Con el permiso de los italianos, por supuesto.
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