_
_
_
_
EUROCOPA 2000La selección

Boskov ya conoce a 'Camachito'

El técnico de Yugoslavia, que entrenó al de España, intenta picarle con frases irónicas

Diego Torres

El sol del balneario de Ostende, a 20 kilómetros de Brujas, y a unos 30 grados de calor, bronceaba la piel de los jugadores yugoslavos ayer al mediodía. Dos de los capitanes del equipo, Mijatovic y Mijailovic, secundaron al casi septuagenario entrenador, Vujadin Boskov por los pasillos de un hotel neoclásico. El sudor les bañaba la frente. Boskov no estaba de muy buen humor, pero de vez en cuando lanzaba parrafadas mordaces. A sus 69 años (es el entrenador más viejo del torneo) se ufanó de contar con una ventaja que los estrategas militares juzgan crucial antes del partido que hoy medirá a su selección con España: Boskov conoce a su adversario. Boskov dice que sabe cómo juega España. Y lo sabe tan bien, asegura, que él mismo entrenó a su seleccionador, José Antonio Camacho, cuando dirigía al Real Madrid. Ese chico de ceño fruncido y cara redonda a quien Boskov recordó ayer con ternura pícara: "¡Ah, mi Camachito!".Acosado por un sector de la prensa, que califica el juego yugoslavo de poco limpio frente a Noruega, Boskov se puso tenso ayer en la conferencia de prensa. La idea de la falta de honestidad en su plan para asegurar la ventaja de un gol en aquel partido rondó su cabeza incluso cuando habló de su etapa de entrenador en España, en la década de los 80. "Es evidente que cuento con la ventaja de conocer bien a los españoles porque he trabajado allí", explicó con irritación. "He entrenado durante seis años en España y durante tres años al Madrid. Allí, Camacho era jugador mío y lo conozco muy bien. Somos amigos. Nos llamamos por teléfono de vez en cuando... pero él jugó contra Noruega y no pudo ganar, ¿eh?".

A la izquierda de Boskov se sentó Mijailovic. Sancionado contra Noruega, el central del Lazio volverá a ser titular después de hacerse expulsar de manera inexplicable en el primer partido. "Sería una locura de mi parte no ponerle en la alineación", se exaltó Boskov, mientras el jugador clavaba la mirada en el mantel de la mesa. Con aire enigmático, durante media hora Mijailovic se dedicó a verter el agua de una jarra a las servilletas de papel que encontraba sobre la mesa. Las preguntas de la prensa iban y venían pero al central del Lazio parecían importarle un bledo. O, acaso, estaba entregado a profundas cavilaciones. Ausente, provocó un charco en el mantel. Luego revolvió la pulpa de papel en un vaso y perdió su mirada en el líquido blanco. Sólo interrumpió la operación para decir con tono amenazador que en la concentración de Yugoslavia todos son "una familia". Mijatovic miró con impaciencia a Mijailovic. "Aquí somos todos una familia, estamos todos muy unidos. Eso que dice la prensa yugoslava es mentira. Es mentira que nos hemos enfrentado al entrenador y que algunos de nosotros no nos hablamos".

Mijatovic, por su parte, reconoció que no se encuentra al 100% de su capacidad física. "Como jugador soy el primero en ser consciente de que mi rendimiento no ha sido bueno en la última temporada ni en el inicio de este campeonato. Ahora debo cooperar con otros sectores del campo también y eso me impide llegar con claridad a la portería contraria. Sin embargo, creo que hemos progresado mucho en lo colectivo. En lo personal, espero estar al cien por cien cuando juguemos en cuartos de final. Durante mi último año en el Fiorentina he tenido muchos problemas físicos, pero estoy mejorando poco a poco".

La selección de Yugoslavia va limando paulatinamente las tensiones desencadenadas entre sus descomunales egos. Al empate contra Eslovenia ha seguido una cierta mejoría anímica en un equipo que acusaba la apatía. "Hemos seguido un plan psicológico para recuperarnos", apuntó Boskov. Por lo demás, y exceptuando el de Mijailovic, no habrá cambios en la alineación ni en el dibujo de esta particular familia: defensa de cuatro en zona, dos mediocampistas de contención (Jokanovic y Jugovic), un extremo por la izquierda (Drulovic), un volante experimentado con un gran pase por la derecha (Stojkovic), un segunda punta (Mijatovic) y un delantero centro (Milosevic).

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_