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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Bienvenido, Mr. Putin

Vladímir Putin llega hoy a España en su primera visita oficial -la tercera a Occidente desde su victoria en las elecciones- con un objetivo central: conseguir inversiones españolas en Rusia, cuya economía las requiere como el oxígeno para respirar. Sin duda, España tiene que estar económicamente más presente en la Federación, pero lo primero que debería hacer Putin para generar confianza es convencer a la nueva clase adinerada rusa de invertir en su propio país. Llevan años sacando dinero a espuertas para invertirlo en lugares más prósperos y seguros, como la propia España y su sector inmobiliario en la Costa del Sol. Si los rusos no creen en su propio país -que, además, necesita urgentemente un marco jurídico seguro para las inversiones extranjeras y un control de las mafias-, difícilmente lo harán los demás.Rusia sigue siendo un enigma para España. No así al contrario, pues 200.000 rusos vienen cada año a nuestro país. España está poco presente en Rusia. Un mayor apoyo oficial, unido a iniciativas para fomentar el conocimiento mutuo, contribuiría a aumentar tanto las inversiones como las exportaciones. El Gobierno español parece hasta ahora más interesado en vender. Su proyecto estrella es el tren rápido Talgo para las líneas de Moscú a San Petersburgo y Berlín.

Pero los negocios no deben relegar la política en esta visita, significativa tras el desplante de Yeltsin a Aznar en Moscú, en mayo del año pasado, en plena guerra de Kosovo. Putin tiene una enorme ventaja sobre su antecesor: es un hombre joven, de 47 años, la misma edad que Aznar, y es el interlocutor fiable, aunque difícil, que buscaba Occidente. Sin embargo, esta situación no debe llevar a mirar hacia otro lado respecto a la brutal represión rusa en Chechenia -ahora, bajo administración directa de Moscú- por mucho que Putin lo presente como un combate contra el terrorismo y el fundamentalismo islámico. Tampoco puede Aznar olvidar los reiterados ataques a la prensa. Los derechos humanos no están asentados en Rusia, y hay que hacer todo lo posible para reforzar su defensa. Ignorar estas realidades es hacer un flaco favor a Rusia y a los rusos.

Probablemente Aznar y Putin aborden también las perspectivas del programa estadounidense de defensa contra misiles, y la contraoferta rusa de que EE UU, Rusia y la OTAN desarrollen conjuntamente un paraguas contra las amenazas de Estados poco de fiar. El Gobierno español ha sido poco explícito sobre sus ideas al respecto y ésta puede ser una buena oportunidad para explicar su posición.

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