Fiesta brasileña en París
Kuerten gana su segundo Roland Garros al derrotar al sueco Norman en la 11ª bola de partido
Tambores de samba y banderas brasileñas recorrieron el estadio de Roland Garros ayer después que Gustavo Kuerten se proclamara campeón del torneo parisiense por segunda vez. Guga, tal como le llaman todos en el circuito, pudo con todo. Ganó en 1997 al superar en la final a Sergi Bruguera cuando nadie lo esperaba, y ayer se armó de valor para lograr su segundo título. Kuerten, de 23 años, se olvidó de los dolores en la zona lumbar que le habían estado molestando durante toda la quincena, superó el desgaste psicológico de haber dado ya el partido por ganado en un punto que el árbitro no le dio, y se mantuvo sereno a pesar de que el sueco Magnus Norman le salvó 10 bolas de partido. En la undécima, Guga no perdonó. Ganó a Norman, el sueco atípico que ayer perdió la tremenda regularidad que había demostrado en todo el torneo, por 6-2, 6-3, 2-6, 7-6 (8-6) en 3 horas y 44 minutos."Estoy de nuevo aquí", comenzó diciendo en el momento de recoger la Copa de los Mosqueteros. "Estoy contento de compartir estos momentos con todos vosotros, con mi abuela , con mis hermanos, y mi técnico, Larri Passos. Aquí comenzó todo hace tres años. Comencé a jugar para divertirme, y aquélla fue la primera vez que pude realizar un sueño. Ahora veo otro sueño realizado. He escrito mi nombre otra vez en la historia y he demostrado que puedo seguir entre los grandes".
Algunos dicen que Kuerten no es el mismo que antes, que ha perdido la frescura que le caracterizó, que ya no se muestra tan asequible, y que cada vez está más encerrado en el caparazón que le envuelve. Pero quienes más cerca están de él dicen que eso no es cierto. "Ha tenido que protegerse. En Brasil se ha convertido en un personaje del calibre de Ronaldo o del que tuvo el campeón de F-1 Ayrton Senna", dice Diana Garbanyi, su asesor de prensa. "Se entrega como siempre", agrega Jorge Salkeld, su agente, a L'Equipe. "Ha dejado el domicilio familiar, y puede dar la sensación de que ha cambiado. Pero sigue siendo el mismo para los que le rodeamos".
En la pista, ha adquirido más serenidad, pero mantiene su espíritu libre y un juego inteligente que le permite combinar a la perfección las posibilidades de su amplia gama de golpes. Se mueve con la misma soltura, y mentalmente, fue el más fuerte. Mientras Norman tiraba su raqueta para librarse de los nervios que siempre le atenazaron -no jugó bien hasta el tercer set-, Guga sólo los perdió cuando con dos mangas a una, 5-4 y 15-40, o sea en su primer matchball, dio la bola de Norman por mala y fue hacia la red dando el partido por ganado. Pero el árbitro la dio por buena y Kuerten tuvo que jugar otras 10 bolas de partido. "Para mí había sido mala, y fue un momento muy difícil", confesó Kuerten. "Pero debía seguir y lo hice, y acabé ganando".
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