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Entrevista:

Javier Miranda Presidente del Club Atlético Osasuna: "Quiero que Osasuna sea el lugar de encuentro de una sociedad plural"

Javier Miranda (46 años) llegó a la presidencia de Osasuna hace dos años y medio y abrió, haciendo gala de grandes dosis de audacia personal, puertas y ventanas de una institución que hasta entonces parecía una prolongación más del poder político en la comunidad foral. Con él, Osasuna se ha convertido de nuevo en un motivo de orgullo para una legión plural de aficionados y todo un referente identitario de la compleja personalidad de Navarra. "La presidencia de Osasuna era un coto cerrado y yo he abierto las puertas para todos", se ufana.Pregunta. Hay quien dice que el éxito del ascenso se le ha subido a la cabeza. ¿Está en una nube de la que debe bajar?

Respuesta. No, no. Piso firme en el suelo y ya estamos fichando jugadores y preparando el futuro. Aunque si se entiende estar en la nube por el hecho de estar empezando a materializar todos los proyectos que tenía, en ese caso sí estoy en una nube. Sólo hay que recordar lo que ha ocurrido durante nuestro mandato en el club. Cuando llegué a la presidencia, Osasuna tenía una deuda de 1.032 millones de pesetas y ahora estamos rozando apenas los 400 millones y el ascenso a Primera nos va a suponer el próximo año 800 millones de pesetas más de ingresos en números redondos. Es decir, que vamos a estar muy bien de dinero.

P. Pero las cosas han cambiado mucho no sólo en el plano económico. Hay un fuerte rebrote de adhesión a Osasuna.

R. ¡Claro! Es que yo me aburría de ver chavales jóvenes vistiendo en la calle las camisetas de los grandes equipos, el Real Madrid, el Barcelona,... y hemos logrado devolver a esta tierra un cierto orgullo por ser de aquí. Se han agotado todas las camisetas de Osasuna en toda Navarra. No hay ni una en las tiendas y están todas en las calles. Y no sólo es el resultado lógico de un equipo que ha subido a Primera, es un indicio de adhesión muy grande con la honestidad y la humildad de una forma de trabajar en el deporte y en la vida.

P. ¿Y todo eso desde que usted cogió las riendas del club?

R. Yo puedo hablar de los resultados en estos dos años y cuatro meses de dirección, que han sido muchos. El merchandising de Osasuna funciona por algo. En una tienda oficial de 16 metros vendimos el otro día en pocas horas 1,8 millones de pesetas en artículos. Tenemos un museo deportivo nuevo, nuevas oficinas y mejores instalaciones, incluso una mascota propia. Hemos puesto ilusión, eso es todo.

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P. ¿Cuál ha sido el secreto para suscitar ese renacimiento del osasunismo?

R. No hay secreto. Creo que con esfuerzo y trabajo se consigue todo, de verdad. Cuando llegué había diez palcos vacíos en el Sadar. Con mucho trabajo, estamos en Primera y hay lista de espera por coger un palco y miles de peticiones para ser socios.

P. Se le reprocha su talente populista. ¿Le molesta?

R. No. En absoluto, porque es el concepto que tengo de Osasuna. Quiero que la gente conciba un club de fútbol como lugar de encuentro y espejo de toda una sociedad plural. Tan osasunistas son los de la Ribera como los de Bera de Bidasoa, y conmigo al palco va todo el mundo. Antes iban unos pocos.

P. Hay quien le mira como un intruso en un puesto que está reservado a una élite social de la que usted no ha formado parte.

R. Puede ser, pero la gente me quiere mucho. Es verdad que la presidencia de Osasuna era como un coto cerrado, y yo he entrado ahí y he abierto puertas y ventanas con ayuda de los socios, y eso ha podido molestar a algunos. Bien, ahí están las elecciones para que en el futuro los navarros digan si apoyan la idea de Osasuna que yo tengo. Pero no es populismo bajar al cementerio de Burlada con el equipo y recordar a un chico que se mató en un accidente yendo a Lleida a ver un partido de Osasuna. Eso es cariño hacia todos los socios. Me sale del corazón.

P. Además es un creyente confeso. Cuando hace advocaciones a los santos tradicionales de Navarra, San Francisco Javier y San Fermín, ¿está usted haciendo algo más que un ritual?

R. Por supuesto. Soy profundamente creyente. En nuestra tierra la mayoría de las personas somos creyentes y no es una simple costumbre. Cuando pido ayuda al cielo para que dé suerte para el equipo, lo hago porque quiero creer que el sueño de muchas personas puede hacerles más felices aquí abajo, en una vida tan dura como esta.

P. ¿Se puede ser presidente de un club de fútbol de Primera sin ser un empresario multimillonario y caprichoso?

R. Eso es lo que yo pensaba, que era imposible ser presidente sin ser rico. Pero al mismo tiempo confiaba en mi trabajo. Creía que podía ser un presidente bueno, y sobre todo confiaba en un aspecto, la honradez, y aquí estoy. Ya se lo dije al presidente del Gobierno navarro, Miguel Sanz. Yo no sé utilizar palabras chorronas. Hablo con el corazón y se me entiende. Y a muchos que les gusta usar palabras bonitas, trabajar les gusta más bien poco.

P. Se recuerda ahora más que nunca que Javier Miranda ha sido toda su vida un forofo del club. ¿Es un epíteto descalificativo?

R. ¡Qué va! Lo soy. Soy presidente y forofo de Osasuna. Para entrar a un club con una deuda de 1.032 millones ya hay que estar un poco loco. Yo he arriesgado mis bienes personales y familiares por Osasuna y he entregado mi vida al club. No me molesta que me llamen forofo.

P. Muchos empresarios importantes han hecho negocios privados desde los clubes. ¿Hay riesgos de ese estilo en Osasuna?

R. No. A mí no me da miedo irme mañana a casa, porque no he venido para servirme de Osasuna ni a mangonear en el club. Puedo incluso decir con orgullo que en mis cuentas bancarias hay ahora menos dinero que cuando entré de presidente. Si llego a escuchar en las gradas "¡Miranda fuera! ¡Miranda kanpora!", me iré. Pero creo que me estoy ganando el cariño de la afición porque quiero que Osasuna sea un referente de todos los navarros.

P. Una minoría pone siempre en entredicho la imagen de la afición. Tras el asesinato por ETA de Jesús María Pedrosa, en la grada sur del Sadar no se respetó el minuto de silencio y hubo gritos contra el presidente Sanz, a quien se le ha escuchado decir que no va al palco para no oír sistemáticamente esos insultos.

R. Es una actitud lamentable y rechazable. Yo quiero ganarme el cariño y el respeto de las peñas, porque con ellas hay que dialogar para arreglar esa situación. Veremos si lo consigo por las buenas, porque de lo contrario habrá que incrementar las medidas de seguridad y prevención basadas en los sistemas técnicos de control y de vigilancia existentes en el estadio. Sabemos quién rompe una valla, quién se queda un balón o coloca una pancarta. No queremos que nos cierren el estadio y habrá que actuar en consecuencia contra esas personas que no son osasunistas, sino unos borregos. No le tengo miedo a nadie. Si se identifica a alguien haciendo algo grave, se le retirará el carné y no entrará al campo. Y la afición me aplaudirá. P. Algunos sectores de la derecha navarra no parecen verle con buenos ojos. Además, usted venció a Pedro Pegenaute, un hombre más próximo a UPN.

R. Con los políticos me llevo bien. Más que en partidos o en siglas, creo en las personas, y debo decir que a Pegenaute se le vincula con UPN más de lo que en realidad está. Pero es cierto que a su alrededor hay gentes a la que nuestros éxitos les producen dolor de estómago y han estado haciendo apuestas sobre el descenso de Osasuna y otras bobadas.

P. Otros sectores han criticado su actitud favorable a incorporar el euskera a la vida del club.

R. El euskera es una lengua nuestra. Su uso está regulado por leyes del Gobierno de Navarra y parte de la afición lo habla. ¿Por qué Osasuna no va a normalizar el uso de la lengua? Seamos demócratas. A un sector de la sociedad no le gusta el presidente Sanz, que lo es de todos los navarros. Pues igual pasa aquí. Pero ¡ojo!, nunca me pillarán que uso el euskera con fines políticos. Osasuna es un club de fútbol, nada más.

P. ¿Hubo presiones políticas para que Osasuna rompiera sus acuerdos con el Athletic?

R. No. Firmamos un buen convenio y supimos romperlo, amigablemente, cuando debíamos. El Athletic es un club señor. Osasuna necesitaba dinero, los bancos no nos abrían las puertas y yo toqué el timbre del Athletic de Bilbao. Y su presidente, José Mari Arrate, se comportó extraordinariamente bien conmigo y con Osasuna. Eso sí, a igualdad de condiciones económicas con otro club, el Athletic de Bilbao tendrá siempre preferencia sobre cualquier jugador nuestro.

El triunfo de la popularidad

M. M Pamplona

Cuando a los seis años vivía con su familia en Brasil una dura vida de emigrantes que soñaban con ganar dinero cortando caña de azúcar, las ratas les pasaban por encima de la cama en los humildes garajes que les servían de vivienda. Esa dura infancia forjó el carácter emprendedor de Javier Miranda, un modesto empresario hostelero nacido en Vitoria hace 46 años. Fue el mediano de tres hermanos y "el que menos estudiaba" de una familia asentada en el barrio obrero de la Rochapea, que salió adelante con los esfuerzos de un padre minero.

Estos días le piden autógrafos hasta las abuelas, que le buscan en la cafetería de su propiedad para estamparle dos besos. Algunas pasan de largo sin apercibirse de que él, como el último de sus empleados, recoge las mesas. Miranda asegura que sabe distinguir el verdadero cariño de la afición del halago del arribista y su espontaneidad no tiene límites. Asomado al balcón del Ayuntamiento, levantó en brazos a la mismísima alcaldesa, Yolanda Barcina.

Muy popular, accesible, querido por los socios que le ven como uno más, entregado a las causas en las que cree, bravucón en el sentido más noble de la palabra, Miranda es un presidente atípico y un navarro arquetípico. Ordena que suba al palco del Sadar un chaval en silla de ruedas al que se acaba de encontrar cerca del estadio y es capaz de encararse con la policía si ve que se excede con un aficionado rojillo, o con los radicales que golpearon a una familia cordobesa tras un partido. Miranda en persona retó a los agresores a verse las caras en la sede del club. Aún está esperando.

Volverá ahora para agradecer el ascenso a recorrer el Camino de Santiago, una ruta que hace todos los años desde 1991 y algunas de cuyas etapas se sabe de memoria. Peregrinó a Roma por una promesa relacionada con la salud de su padre, ya fallecido, y une a su religiosidad un amor incondicional por Osasuna, cuyo ascenso de hace 20 años vivió en Murcia como un aficionado más.

Conoce las tripas del club porque ha sido un rojillo más durante décadas. Hipotecó su cafetería y su vivienda familiar para levantar las deudas de Osasuna. El año que viene gestionará un presupuesto de casi 2.000 millones de pesetas, pero se plantea la cosa con tranquilidad. "Es fácil. Sólo tienes que rodearte de buenos empleados, de buenos abogados, de un buen gerente y de técnicos que hagan su trabajo", resume.

Miranda es Miranda y no le controla ninguna de las familias políticas de Navarra. Por eso algunos le miran con desconfianza. Ahora le rodean cifras de vértigo en socios, publicidad, derechos de televisión,... Y él, tan tranquilo: "Es fácil. Sólo hay que jugar bien al fútbol".

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