Biblioteca de la UPF

Ante el creciente comportamiento incívico de muchos usuarios de la biblioteca general de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) sorprenden la desidia y la negligencia que muestran sus gestores. Es cierto que es imposible en la práctica controlar a esos nuevos bárbaros que escriben sobre los documentos y anulan su propiedad pública condicionando los usos posteriores. Pero no lo es impedir ese constante parloteo a viva voz que se adueña de las salas y que las convierte en un anexo de la cafetería y el patio de la planta superior. Se ha permitido que los incívicos impongan su voluntad, con total impunidad, sobre los usuarios que acuden a la biblioteca para hacer allí lo que corresponde. La dirección de la UPF no ha hecho nada para reconducir la situación salvo cubrir el expediente con la mera colocación de carteles que reclaman silencio. ¿Es razonable esa medida ante tipos antropológicos que se chancean de uno cuando se les pide amablemente que respeten el silencio? ¿No cree esa dirección que posiblemente sea necesario modificar drásticamente el reglamento y hacerlo cumplir con creatividad de verdaderos gestores públicos?- José Luis de Haro Flores. El Masnou.