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Un calvario de casi tres años

Cinco meses antes de que el juicio comenzase en octubre de 1998, (la demanda inicial fue en octubre de 1997) un comité formado por miembros de las fiscalías de varios Estados comenzaron a analizar cuál sería la mejor sanción contra Microsoft si alguna vez conseguían ganar un proceso que en esa época parecía lejano. De aquellos contactos no surgió la idea de romper Microsoft en dos compañías sino de obligar a esta empresa a repartir el código fuente de Windows para que otros fabricaran versiones compatibles con su sistema. Pero después de ocho meses de comparecencias y testigos a favor y en contra de Microsoft, el juez Thomas Jackson dio por terminada una vista oral que no sólo cambió su percepción sino también la de la parte acusadora: los fiscales antimonopolio del Departamento de Justicia llegaron a la conclusión de que sólo una ruptura de la empresa corregiría lo que para ellos era un comportamiento empresarial plagado de ilegalidades. Hubo 76 días de sesiones ante un magistrado al que sus detractores achacan dos prejuicios: uno en contra de las nuevas tecnologías (nunca había navegado por Internet antes del juicio) y otro abiertamente en contra de Microsoft.

Al final de la última sesión, el abogado del Gobierno, Joel Klein, resumía el proceso de esta manera: "Microsoft ha cometido un abanico de ilegalidades. Ha usado todas las artimañas de los monopolistas para proteger su monopolio".

En principio, la demanda del Departamento de Justicia y de los fiscales de varios Estados trataba de determinar si Microsoft había usado su monopolio en el mercado de los sistemas operativos para perpetuarse en esa posición y, sobre todo, para ganarlo en otros sectores y anular a la competencia. El caso hacía referencia a los esfuerzos de Microsoft por conseguir una posición dominante en el mercado de los navegadores de Internet, arrebatándosela a la compañía que hasta hace un año disfrutaba de ese privilegio, Netscape. Para Microsoft, su comportamiento se ha limitado a trabajar en beneficio de los consumidores, y por eso regalaba su navegador cuando Netscape cobraba por el suyo.

Con el paso del tiempo, este punto de partida se quedó obsoleto: el Explorer es ya el rey de los navegadores, sin discusión. Y al mismo tiempo, el mercado se reorganiza a ritmo frenético: la alianza de America Online con Netscape permitió a Microsoft demostrar que el mercado se mueve sin limitaciones, aunque el juez no parece haber tenido en cuenta esa opinión. Desde que el Gobierno de EEUU y los fiscales de 20 Estados presentaran su demanda contra Microsoft el 20 de octubre de 1997 hasta la sentencia que llega después de más de dos años y medio de proceso, nada es igual en el sector de la informática.

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