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La solidaridad de los famosos

Alaska sabía que jugaba con ventaja. Y lo reconocía. En veinte minutos consiguió que le compraran dos ejemplares de la revista También Contamos, una publicación con cuya venta cada día, desde hace dos años, 60 personas con problemas de exclusión social (parados de larga duración, ex toxicómanos, inmigrantes, gente sin hogar..) intentan salir de su situación. A los vendedores anónimos les cuesta más hacerse clientes e incluso se enfrentan a reacciones hostiles."Yo tengo la suerte de que me conozcan, pero tiene que ser muy duro y difícil salir cada día a la calle. Pero creo que éste es un buen proyecto, que la publicación está cuidada y que no se busca la limosna, sino la integración laboral de los vendedores", explicaba la ex Pegamoide.

Esta cantante, al igual que el artista y diputado de la Chunta aragonesista, José Antonio Labordeta, se convirtieron ayer, en plena Puerta del Sol, en vendedores por un día de esta revista que acaba de cumplir dos años.

La jornada estuvo a punto de acabar mal por un enredo burocrático sobre el permiso municipal para instalarse en la Puerta del Sol. Pero, provindencialmente, cuando la Guardia Civil, que custodia el edificio de la presidencia regional, dio la orden a los organizadores de levantar los puestos llegó a la zona la consejera de Servicios Sociales, Pilar Martínez, que resolvió el problema con una llamada.

La Red de Apoyo a la Inserción Sociolaboral (RAIS), vinculada a la Asociación Pro Derechos Humanos y promotora de este proyecto subvencionado por la Comunidad de Madrid, recurrió al apoyo de los famosos para difundir su iniciativa. Muchos dijeron que acudirían, pero al final sólo lo hicieron Alaska y Labordeta. A pesar de sus dos años de rodaje, esta publicación sufre el lastre dejado por otras revistas de calle anteriores cuya honradez ha quedado en entredicho.

Patricia, una ex vendedora de la revista de 32 años, también acudió ayer a colaborar, igual que otras decenas de amigos y voluntarios. "Vendí revistas de calle durante seis años, en una época en que estaba en paro y dormía en una pensión; primero, La Farola, y después, También Contamos y, la verdad, me sirvió para vivir", asegura.

Ahora trabaja en la hostelería y ayuda como voluntaria en el lugar de encuentro de RAIS en la calle del Acuerdo. De las 250 pesetas que cuesta cada ejemplar, 200 son para el vendedor.

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El dinero obtenido ayer servirá para acondicionar un piso tutelado donde puedan alojarse, temporalmente, personas que desean dejar de dormir en albergues, pero que todavía no están preparados, ni psíquica ni económicamente, para vivir por su cuenta. Para celebrar este segundo aniversario contra viento y marea, la revista ha editado un número especial con un reportaje fotográfico de todos los vendedores y colaboradores del proyecto.

Detrás de cada rostro hay una historia. Casi todas duras. Pero, como comenta el Indio Juan, un poeta argentino que colabora en esta iniciativa, el contacto diario ayuda a romper los estereotipos sobre estas personas que atraviesan un periodo negro en su vida.

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