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¿Trampas?

La oferta que el BNV hace a EU para entablar conversaciones que lleven a la construcción de un espacio progresista y valencianista ha sorprendido a propios y extraños habida cuenta que no hay ninguna urgencia política que justifique semejantes prisas ni lo aprobado en el reciente congreso de refundación virtual del BNV parece que tenga como prioridad hacer ahora lo que antes de las elecciones ni siquiera se intentó. Dos meses antes de las elecciones generales parecía plausible que el BNV, entre otras razones, para defenderse del sistema electoral -que castiga con saña a las minorías-, pero también para superar el ineludible trauma que podía suponer no obtener tampoco representación en las generales (el fracaso de las autonómicas, que el BNV negó en público contra toda prudencia, se volvió frivolidad en el análisis de los resultados de las generales) buscase alianzas en el único lugar donde se encontraban, es decir, en EU. Si entonces el BNV se hubiese coligado con EU, en la circunscripción de Valencia la candidatura habría obtenido dos diputados (uno EU, y otro el BNV-EV-VpC), mientras que en Alicante, EU habría obtenido uno con la suma de los votos nacionalistas, verdes y canvistes.Entonces que parecía imprescindible obtener representación (¿o no?), no hubo capacidad de negociación, ni decisión política coherente con el reto inmediato, ni responsabilidad a la hora de administrar lo que se creía una victoria sin peros en autonómicas y municipales. Si entonces que había algo que ganar no hubo nada, ¿ qué explicación encontrar en esta precipitada oferta a EU a pocos meses de una remodelación que, al parecer, conducía hacia la moderación y el centro-izquierda al conjunto de los nacionalismos que se reúnen en el paraguas de las siglas del BNV? Algunas malas lenguas (el tiempo dirá si son solamente certeras) apuntan o bien a una operación de acoso más mediático que político para ganarse al colectivo Esquerra i País para la causa, es decir, a una opa pre-congresual cuyo objetivo sería integrar a EiP en el BNV, o bien a una corrección de rumbo de cara a los sectores más izquierdistas del BNV que se habrían quejado ya del centrismo de la nueva etapa.

Lo bien cierto es que estas prisas no pueden responder a un sosegado análisis de lo que queda por hacer o de la dilatada temporada de trabajo político que espera al nacionalismo valenciano; más si tenemos en cuenta que tan apenas ha echado a andar el nuevo proyecto nacionalista que nacía del congreso de enero. Porque si realmente se trata de una apuesta por crear un polo poderoso entre izquierda y valencianismo progresista habría que pedir cuentas a quienes impidieron antes de las elecciones una convergencia de intereses y de debilidades para salvarse del fracaso electoral que se avecinaba. Y si es sólo una pirueta para burlarse de lo que de nuevo tenía el impulso del congreso, alguien está jugando sucio, a destiempo y sin responsabilidad con las esperanzas de la nueva militancia, de los colectivos de nuevos adherentes que han acudido al BNV desde la convicción de que hacer valencianismo es un trabajo doblemente duro, porque se compite ideológicamente en una sociedad mayoritariamente escorada hacia el nacionalismo español y porque se pretende superar la tradicional división entre izquierda y derecha para ir hacia definiciones concretas de políticas avanzadas, criterios solidarios y respuestas en la sociedad abierta.

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