París, única vía hacia Europa
El Madrid suma su tercera derrota consecutiva en Chamartín y se queda fuera de la Liga de Campeones
Con su tercer tropiezo consecutivo en Chamartín, el Madrid multiplicó ayer el valor de la cita de París. Sólo ganar la octava Copa de Europa le permitirá regresar al multimillonario y prestigioso torneo la próxima temporada. El equipo se jugará el todo y la nada en Saint Denis, con lo que ello puede suponer de presión añadida para una entidad que acudirá a su gran día sin haber cumplido los deberes domésticos. Mal asunto.Un golazo de Víctor para enmarcar puso al Valladolid en escena. Adormecido hasta entonces, el equipo pucelano se sintió incentivado. Posibles talones al margen, las victorias en el Bernabéu siempre dan lustre. Y cuando está en juego la internacionalidad, caso de Víctor, los acicates se multiplican. El chisposo delantero del Valladolid dejó guiños fabulosos. Como el gol, una obra de arte. Una conjunción de pillería para ver el desmarque, velocidad para ganar espacio y talento para definir. Con un toque al alcance de muy pocos, Víctor dibujó con el empeine interior de su bota izquierda una rosca imposible para Casillas, que no llega a ser un pitoniso capaz de imaginar una maniobra semejante. Máxime si se produce desde fuera del área y con el rival perfilado en un costado.
REAL MADRID 0-VALLADOLID 1
Real Madrid: Casillas; Iván Campo, Helguera, Karanka; Michel Salgado (Morientes, m.46), Redondo, Roberto Carlos; Mc Manaman, Raúl, Savio (Baljic, m.60); y Anelka (Hierro, m.69).Valladolid: Ricardo; Torres Gómez, Santamaría, Peña, Turiel, Marcos; Márquez (Chema, m.60), Vizcaíno (Caminero, m.64), Eusebio; Víctor y Shoji Jo (Isailovic, m.73). Gol: 0-1. M. 23. Pase magnífico de Eusebio, desde su propio campo, hacia Víctor. El delantero arranca en velocidad y desde el costado izquierdo del ataque visitante, fuera del área, eleva el balón con la zurda por encima de Casillas colocándolo en el lateral contrario de la red. Árbitro: Eduardo Iturralde. Amonestó a Márquez, Iván Campo, Hierro, Isailovic y Caminero. Alrededor de 50.000 espectadores en el Santiago Bernabéu. Terreno de juego en magníficas condiciones y noche muy agradable.
Al golazo visitante respondió el Madrid con todo. Arrinconó al rival con una presión más adelantada de lo habitual y lanzó un asedio contra Ricardo, ayer relevo de César, ausente para evitar suspicacias con su futuro madridista. En la embestida, Anelka tuvo un protagonismo mayúsculo. El francés ya parece un futbolista, en toda la extensión de la palabra. Con mayor o menor acierto, al joven delantero se le vio concentrado, conocedor de la importancia del choque y convencido de que en este Madrid su papel no es secundario. En el primer tiempo, como delantero más avanzado, interpretó de maravilla su papel. Se descolgó una y otra vez de la defensa rival y siempre con un doble objetivo: buscar la posición más idónea para enfilar de frente la portería o bien distraer al enemigo para abrir una vía de sorpresa a Raúl. En el segundo periodo, con Morientes por delante, Anelka adivinó que era el momento de jugar de espaldas, entre las líneas rivales. El francés se despidió de la noche a petición propia, víctima de una lesión.
Al contrario que en las dos jornadas precedentes en Chamartín, el Madrid pisó el acelerador a fondo. Consciente de lo que se jugaba, el equipo madridista bombardeó desde todos los rincones a su rival. Especialmente en la segunda mitad, cuando Del Bosque trazó una defensa de cuatro y, a golpe de tambor, toda la tropa se lanzó al ataque. Pese al riesgo que ello suponía, sobre todo ante dos culebras como Víctor y Shoji Jo. Unas veces Ricardo -fantástico toda la noche- y otras el infortunio -como el misil lanzado por Roberto Carlos en una falta directa- sembraron de espinas Chamartín. El propio desacierto del Valladolid para cerrar el resultado al contragolpe, sirvió de consuelo al Madrid que empujó cuanto pudo hasta el final. Pero su temporada doméstica ha sido nefasta. La redención está en París.
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