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Tribuna
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Salud laboral

Las recientes declaraciones del presidente de los constructores de Málaga, en las que atribuye a factores extraños al trabajo el aumento de los accidentes laborales, y la indicación de que el alcohol es una de las causas más importantes, no es que sea una estupidez, como ha manifestado CC OO, que puede serlo, sino que revela una miopía por parte de quien ostenta la representación de un sector que tiene el escaso honor de ser el que mayores accidentes de trabajo ocasiona en esta comunidad.Es posible, como sostiene un sector de la doctrina, que el hecho de que España sea el Estado de Europa que mayor índice de siniestralidad presenta deba ser matizado. El cómputo como accidentes laborales del infarto de miocardio, la angina de pecho, lesiones artrósicas de toda la vida, el accidente in itinere y el tratamiento de la enfermedad profesional como accidente, a diferencia de otros países miembros que no los computan, podrían hacernos cambiar de puesto siniestro. Sin embargo, ni estas circunstancias hacen de menos gravedad el problema, ni pueden desdibujar las causas, ni atraen otras, como el alcohol, a la producción de siniestros.

Las causas hay que buscarlas en una mayor presencia de trabajadores agrícolas en el sector de la construcción, en la escasa duración de los contratos, la ausencia de formación, la presencia de cadenas indefinidas de contratas y subcontratas que diluyen la responsabilidad, escasa inversión de las empresas en prevención para evitar que disminuyan sus beneficios, así como el empleo de medios personales y materiales de la Administración en labores de recaudación y no de prevención.

Actualmente, la Junta de Andalucía, sindicatos y patronal quieren alcanzar un nuevo Pacto por el Empleo. Hay que crear puestos de trabajo. Tal vez si los sindicatos cambiaran el interés por sentar en el banquillo a los empresarios por el de sentarlos en aulas donde se formaran en la cultura de la prevención y los representantes de los agentes económicos no culparan a la bebida de su irresponsabilidad, sin añadir a los que mueren trabajando la carga de probar que no estaban ebrios, podría lograrse un pacto eficaz que incluyera el derecho del trabajador a la salud laboral.

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