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Israel inicia con discreción un repliegue parcial de sus tropas en el sur de Líbano

En medio del silencio de la noche, los últimos diez soldados israelíes de guarnición en Taibeh abandonaron ayer el fortín, no sin antes haber arriado y plegado la bandera blanquiazul con la estrella de David que durante 22 años estuvo ondeando en lo alto de esta fortaleza del sur de Líbano. Taibeh no es una excepción, ya que en las últimas semanas el mando militar de Israel ha iniciado con la misma discreción un repliegue parcial de sus tropas en la franja ocupada, preludio de la retirada oficial y total prevista para el próximo 7 de julio.Taibeh, una posición avanzada en la franja ocupada del sur de Líbano, a escasos kilómetros en línea recta de la ciudad de Tiro, observatorio privilegiado de los movimientos de la guerrilla islamista del Hezbolá en sus incursiones por el mar, ha dejado de estar controlada por Israel.

Los milicianos del llamado Ejército del Sur de Líbano (ESL), aliados de las fuerzas israelíes, han tomado el relevo, dentro de un plan escrupulosamente estudiado por el primer ministro israelí y titular de Defensa, Ehud Barak, que pretende llevar a término un retroceso de sus tropas previo a la retirada oficial del próximo mes de julio, alejándolas de los lugares más vulnerables y peligrosos.

Traslado de materiales

Horas antes de que los soldados israelíes se retirarán de Tiabeh habían hecho lo mismo los de la guarnición de la fortaleza de Rotem, cuyos soldados, además de la bandera nacional, tuvieron la precaución de desmontar, empaquetar y llevarse consigo una sofisticada estación de radar, con la que han venido durante todos estos años barriendo las costas. El repliegue parece afectar incluso al cuartel general de Marjayún, en el corazón de la franja ocupada, desde donde hace días un rosario de camiones no cesan ni un instante en trasladar hacia el interior de Israel todo tipo de armamento y equipamiento militar.

"Nosotros nos quedamos aquí, en la zona fronteriza, a pesar de la retirada de Israel, para hacer frente a la guerrilla de Hezbolá", confirmaba ayer por la mañana Raymond Abu Mrad, portavoz de la milicia libanesa, prosionista. Aseguraba que mantendrían hasta el final el control de los fortines dejados por los israelíes, protegiendo sus espaldas y su retirada, hasta conseguir del Gobierno de Beirut su "integración en la sociedad libanesa a parte entera".

El discurso oficial de este miliciano libanés no parece ser compartido por la totalidad de sus compañeros (2.500 hombres), algunos de los cuales han preferido en los últimos días desertar para rendirse con armas y bagajes a Hezbolá, que les ha prometido el perdón si antes de abandonar la zona matan a un soldado o a un colaborador israelí.

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Mientras, desde Jerusalén, el Gobierno de Barak aprobaba ayer una ayuda especial de 400 millones de dólares (unos 72.000 millones de pesetas) para los 70 núcleos urbanos (170.000 habitantes) que están situados en el norte del país. Este dinero servirá para desarrollar programas de desarrollo económico, poner en pie nuevas y modernas infraestructuras y sobre todo establecer una red que les proteja de posibles ataques de Hezbolá.

"Está claro que la retirada implica determinados riesgos como los llevó la entrada. Pero la retirada se hará con más seguridad", afirmó ayer Barak antes de advertir: "Que nadie intente disparar sobre nuestros soldados o civiles. Sabremos defendernos, incluso desde dentro del país".

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