El Espanyol y el Athletic toman el sol en el estadio de Montjuïc
A falta de fútbol, la tarde en Montjuïc estuvo protagonizada por la celebración de los éxitos de los equipos inferiores del Espanyol. La hinchada abrazó con ganas a los chavales que entraron en escena en el descanso. La tarde, muy veraniega, invitaba a más. Jugaba el primer equipo, el finalista de la Copa del Rey, ante un rival histórico, el Athletic. Dos equipos con raza y la faena se preveía distraída. Nada de eso ocurrió. El relajamiento se ha impuesto en el Espanyol, cuyo único objetivo es Mestalla, el día 27. Ni el Athletic, que se presentó con diez bajas, fue un plato con la pimienta suficiente para hacer reaccionar a los locales. El resultado: tablas sin goles.
Atrapado en este estado permanente de euforia, la chispa que pidió Paco Flores en la víspera no apareció. El equipo de gala del Espanyol, con la única ausencia de Cristóbal, salió a cumplir el expediente. Sin más. La propuesta blanquiazul fue soporífera. No tuvo vibraciones. No hubo siquiera detalles novedosos que poner en práctica con vistas a la final de Copa. Los blanquiazules se limitaron a estar sobre el campo, a vigilar al contrario, a cubrir los espacios y no tener disgustos. El mimo por el cuero no existió, ni la fluidez, ni la velocidad en el contragolpe de las puntas blanquiazules, principal virtud del Espanyol. La verticalidad llegó en jugadas a balón parado -Galca en dos ocasiones- y en errores de la zaga rojiblanca, pero que ni Posse ni Tamudo tuvieron el suficiente mordiente para definir.
ESPANYOL 0ATHLETIC BILBAO 0
Espanyol: Cavallero; Navas, Nando, Pochettino, Roger; Toni Velamazán (De Lucas, m.45), Sergio, Galca , Arteaga; Martin Posse (Serrano, m.71) y Tamudo.Athletic Bilbao: Lafuente; Felipe, Alkorta, Carlos García, Ferreira, Lasa; Javi González (Urrutia, m.83), Expósito, Imaz (Ríos, m.45); Sivori (Karanka, m. 76) y Urzaiz. Árbitro: Víctor Esquinas Torres. Mostró la tarjeta amarilla a Lasa, Javi González y Galca. Montjuïc: 19.500 espectadores.
El Athletic se contagió del relajamiento del Espanyol y ambos equipos vinieron a pactar más o menos las tablas, bajo la desesperación de Flores y, en menor medida, de Luis Fernández, que ha dejado dicho que le guataría entrenar al Barça. Los cambios del descanso no aportaron una mejoría. Sólo Urzaiz sacó lustre y hizo hablar a la pelota en dos escarceos en el área defensiva blanquiazul. Detalles que el público agradeció para salir del letargo en la tarde de verano.
El final fue como el principio. Aburrido. El Espanyol se despedirá de la Liga el próximo viernes en A Coruña, ante el Deportivo, en un encuentro en que el destino ha querido que sea el equipo blanquiazul el que tenga la posibilidad de darle la Liga al Barça, su gran rival ciudadano, situación que avivará esta semana la rivalidad en Barcelona.
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