Denegación de auxilio

El Hospital General de Alicante, muy a su pesar, ha estado en el vórtice de las noticias nacionales por lo que parece haber sido un clamoroso caso de denegación de auxilio a un enfermo grave que perecía a pocos metros de la entrada de Urgencias. Dos celadores a quienes se pidió ayuda para trasladar al agonizante se desentendieron del ruego alegando, al decir de la esposa del paciente, que no estaban autorizados a abandonar su puesto. Ahora procede esclarecer si fue un alarde de inclemencia o un malentendido, pero todos los visos sugieren lo peor. De ello, y en tanto se substancian los hechos, no debemos sacar conclusiones genéricas y peyorativas acerca de unos trabajadores habitualmente eficientes. Sin embargo, tampoco faltan episodios en los que este mismo personal subalterno -como tanto otro en el marco de la función pública- escurre el bulto al amparo del burocratismo, la ambigüedad de las ordenanzas o las directrices contradictorias. Ninguna de estas excusas puede atenuar la posible crueldad exhibida por los aludidos celadores. Un correctivo que, de aplicarse, quizá sirva para recordar y ratificar la prioridad de los deberes.