Una nueva propuesta de progreso para la Cataluña del siglo XXI MANUEL NADAL I FARRERAS (*)
Los dirigentes territoriales firmantes de este artículo afirman que el próximo congreso
del PSC debe servir para modernizar el
partido y poner fin a los pactos coyunturales
El PSC está a punto de celebrar un importante congreso, que ha de ser el de la consolidación de la propuesta de cambio en Cataluña.
Las últimas elecciones autonómicas sirvieron para escuchar el mensaje del pueblo catalán: la opción del cambio liderada por Pasqual Maragall ganó en votos pero habrá que esperar a las próximas elecciones para obtener la mayoría de los escaños y acceder, así, a la presidencia de la Generalitat.
Algunos optimistas piensan que el grueso del votante socialista y la inercia Maragall son más que suficientes para llegar con ventaja a las próximas elecciones. Los firmantes de este artículo pensamos que la realidad social de nuestro país espera y reclama mucho más de nosotros y del PSC. Es por esto que en el congreso del PSC no podemos limitarnos a administrar consensos internos, a debatir cuestiones organizativas, ni a mantener discursos teóricos alejados de los actuales problemas de la ciudadanía. Las cuestiones organizativas son necesarias, pero únicamente son los medios para alcanzar un fin, y éste no ha de ser otro que trazar los rasgos del proyecto de la Cataluña de progreso del siglo XXI.
El congreso del PSC ha de dar respuesta a las demandas de las personas que se sienten trabajadoras en el sentido tradicional del término y de quienes creen pertenecer a unas nuevas clases medias que la política de modernización de España de la etapa socialista contribuyó a ampliar. Es decir, elaborar y defender un proyecto para la mayoría de la sociedad.
Identifiquemos con un ejemplo a alguno de estos nuevos sectores dinámicos, que esperan, también, una propuesta desde la izquierda; el trabajador de una oficina bancaria de unos 40 años cuya pareja trabaja en la sanidad o en la educación. Están terminando de pagar una hipoteca y empiezan a generar ahorros que piensan colocar en algún fondo de inversión, llevan a sus hijos a una escuela concertada, y si bien confían en la seguridad social, han buscado el complemento de una mutua para los pequeños problemas y evitar los colapsos de la lista de espera de la sanidad pública. En Cataluña hay cientos de miles de ciudadanos y ciudadanas, hijos de trabajadores, que han progresado y que pueden identificarse con esta pareja. Estos nuevos sectores que compartieron con sus padres el proceso de modernización de Cataluña y España esperan que los socialistas seamos capaces de recuperar el aliento y que nuestras propuestas les permitan votarnos con el mismo entusiasmo que lo hacen sus padres. Avancemos pues algunos elementos de reflexión.
El congreso del PSC ha de abordar con inteligencia y valentía, los grandes rasgos de una reforma fiscal progresista, que se atreva a proponer la rebaja del impuesto de la renta manteniendo su progresividad, que frene y disminuya la presión de los impuestos indirectos, especialmente del IVA, que carga a los servicios esenciales como el agua, el gas, la electricidad, a la cultura, a los libros (de texto), etcétera; que incorpore los elementos esenciales de una reforma fiscal verde con la introducción de impuestos ecológicos y la supresión de las cargas que gravan la creación de empleo. Pensamos que una eventual disminución de la recaudación debería verse compensada por una mejora en los sistemas de gestión tributaria y en la presión fiscal sobre las grandes fortunas y las operaciones especulativas de la "nueva economía".
Hemos de aparecer como los garantes de una política social avanzada en la que nunca ha creído la derecha. Por eso, el congreso del PSC ha de suponer un salto cualitativo en la defensa de la sanidad y la educación de calidad para todos los ciudadanos.
Los ciudadanos y las ciudadanas deben saber que los socialistas entendemos que el sistema educativo y sanitario financiado por la Administración comprende tanto el que hasta ahora hemos denominado público, como el privado concertado. La propuesta socialista ha de apuntar a la igualdad de derechos y deberes para escuelas, institutos, hospitales o centros de asistencia primaria públicos y privados concertados; la gran responsabilidad de la Administración pública es garantizar el acceso de todos los ciudadanos y ciudadanas en condiciones de igualdad a los servicios, y el control de la calidad del servicio público debe ser prestado de forma directa o por concesión.
Además, el congreso de los socialistas ha de mostrar la convicción de que el progreso económico no puede sacrificar los principios de sostenibilidad. Por ello, el PSC ha de ser también un partido verde, y no puede abandonar este espacio a grupos sectoriales y territoriales que a veces carecen de una visión global.
Hablemos, ahora, del partido y del proyecto político, y de la mayoría social que ha sustentar esta propuesta para el siglo XXI. El PSC no puede monopolizar, pero tiene que liderar el proceso político, la construcción de la mayoría social de progreso de Cataluña.
El proceso de apertura y colaboración del PSC con otras fuerzas políticas y sociales es esencial; en este sentido las experiencias de coalición con els Ciutadans pel Canvi y de PSC-Ciutadans pel Canvi con IC-V en Lleida, Tarragona y Girona en las últimas elecciones autonómicas, así como la Entesa Catalana de Progrés (coalición del PSC con ERC e IC-V) para el Senado son positivas. Pero no podemos olvidar que estas experiencias no han acabado de cuajar, ya que se han hecho de forma precipitada, parcial -escorándonos solo a la izquierda- y sin el proceso de maduración y cohesión de un programa común que consideramos imprescindible.
El fracaso del proyecto D'Alema en las últimas elecciones ha sido achacado por la opinión pública italiana a la falta de cohesión de la coalición de partidos que sustentaban al jefe del Gobierno italiano. La sopa de letras de la coalición de centro izquierda italiano, los intereses de la multiplicidad de pequeños partidos, la persistencia de pluriliderazgos, la falta de programa común, quizá hayan sido las causas determinantes.
En Cataluña deberíamos aprender de nuestros vecinos y pensar que la fuerza política del cambio puede y quizá deba ser plural, pero además del liderazgo indiscutible de Pasqual Maragall, debe contar con un programa político común y no debe entrar en contradicción en los demás procesos electorales, y una vez terminados éstos, debe mantener la lealtad entre sus integrantes. Rechazamos las coaliciones parciales o circunstanciales que parecen más coaliciones interesadas que proyectos compartidos, comunes, globales y de futuro.
Somos conscientes de que la coalición del PSOE con IU nos ha restado credibilidad como fuerza de gobierno en Cataluña y por eso quisiéramos dejar constancia de que la apertura del PSC a la izquierda es insuficiente y desearíamos una apertura al centro izquierda y no solo a la izquierda.
Para esto, es deseable pero no nos parece imprescindible la incorporación de fuerzas o movimientos sociales de centro, pero sí creemos necesario impulsar un discurso político, una propuesta programática también para los sectores profesionales y empresariales.
Finalmente, el PSC es un partido que tiene una gran fuerza municipal, gran parte de ella concentrada en la región metropolitana de Barcelona. De la misma manera que Cataluña no sería nada sin la fuerza de su capital y ésta sería una ciudad más si no existiera la realidad catalana, el proyecto del PSC ha de sustentarse en la complementariedad, de propuesta política y estructura organizativa, entre la región metropolitana y el conjunto de Cataluña.
El resultado de las elecciones generales y autonómicas también nos indica que el PSC debe intensificar su presencia, su discurso y su propuesta para el conjunto de Cataluña, y no quedar encasillado en el proyecto de la Cataluña metropolitana. Por ello es deseable un mayor protagonismo y respeto a las decisiones que surjan de cada territorio. Si predicamos el federalismo para España, también debemos asumir un federalismo interior para Cataluña y de puertas adentro para el PSC.
Los firmantes de este artículo hemos huido de nominalismos, y nos hemos centrado en propuestas políticas, pero queremos finalizar este artículo dando nuestro apoyo a la propuesta de nombres de una nueva ejecutiva, presidida por Pasqual Maragall y con José Montilla de primer Secretario. Una ejecutiva que ha de ser más reducida que la actual, con importantes renovaciones y nuevas incorporaciones, pero aprovechando el capital político y la experiencia de dirigentes históricos que siguen siendo necesarios para fortalecer nuestro proyecto.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.