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Caza a los profanadores

Gran operación policial en Londres para capturar a quienes ultrajaron estatuas de héroes británicos el Primero de Mayo

Armados con sopletes de arena de alta presión y detergentes industriales, las brigadas municipales de Londres trataban ayer de eliminar los rastros de la manifestación anarquista del pasado Primero de Mayo, que se ensañó con las estatuas dedicadas a los grandes héroes británicos. La indignación no se ha aplacado desde entonces y la policía ha desplegado numerosos efectivos y medios técnicos para dar caza a quienes han profanado los monumentos.Fue un evento extraño, una manifestación confusa de los rebeldes sin causa clara, cuya máxima expresión gráfica fue la colocación de una verde peluca mohicana en la testa del monumento a Winston Churchill en Whitehall, la galería de héroes británicos. Nadie sabe cómo lo lograron: el monumento está electrificado a fin de que las palomas no defequen en la brillante cabeza en bronce del estadista que frenó a bombazos el fascismo en la Segunda Guerra Mundial. La gente opina que los airados manifestantes debían ignorar por fuerza que arrojaban botes de pintura contra un destacado combatiente antifascista.

Entre los más irritados por los incidentes del lunes figura, sin duda, Tony Blair. El primer ministro británico ha hecho un llamamiento público para que el que tenga conocimiento de la identidad de los alborotadores -incluidos familiares y parientes- facilite los datos a la policía, que está emprendiendo una investigación a nivel nacional. Por el momento estudian las cintas grabadas por sus televisiones y cámaras ocultas y las fotografías que tomaron para identificar a los culpables, y creen que podrán añadir unas 200 personas a las 95 que han sido ya detenidas.

Experiencias anteriores en las que la policía intentó utilizar las imágenes de las televisiones y la prensa no tuvieron respaldo, por lo que últimamente la fuerza pública se ha dotado de instrumental adecuado para retratos y grabaciones. Las fotografías de los sospechosos serán introducidas en Internet, publicadas en los periódicos y distribuidas en carteles.

Tony Blair ha anunciado que se tomarán medidas para las futuras manifestaciones. "En este país hay una larga tradición de que la gente tiene derecho a manifestarse dentro de lo que establecen las leyes, pero no se puede abusar de este derecho como se ha hecho. Esto no puede volver a ocurrir", declaró.

Mientras tanto, el ministro del Interior, Jack Straw, se ha reunido con el jefe de la policía londinense para analizar las lecciones a extraer de los alborotos, ya que la policía también ha sido blanco de las críticas de la opinión pública y de los políticos por su actuación durante los incidentes, que, según algunos, debió ser más rápida.

Jack Straw ha defendido vehementemente lo que califica de reacción "ejemplar" de sus hombres frente a una manifestación que fue "bandolerismo disfrazado de protesta política". Straw culpa a los responsables del patrimonio nacional de no haber tomado las medidas oportunas para proteger los monumentos. Sin embargo, no es esto lo que cree la oposición, que a través de la diputada Ann Widdecombe ha declarado que había "considerable preocupación pública" por la intensidad de los desórdenes antes de que la policía se decidiera a intervenir. Además ha pedido "condenas ejemplares" para los culpables.

Este ataque a los héroes no se cebó exclusivamente en el monumento a Churchill. La estatua dedicada al mariscal de campo lord Slim, el héroe de Burma, también cayó bajo las manos de los combatientes de aerosol. Slim, en inglés, es flaco, algo que nunca fue el brillante estratega. "Gordo", gritaba el eslogan de los anarquistas. No lejos de allí, el monumento a sir Walter Raleigh, el comandante de la derrota de la Armada española y el explorador que trajo el tabaco a Europa en épicas expediciones contra piratas y bucaneros, descansa ahora sobre un pedestal que lleva la pintada "Cigarettes are cool" ("Los cigarrillos son guay").

A la campaña de Blair para identificar a los desacralizadores de monumentos patrióticos se sumó ayer Emma Soames, nieta de Churchill y respetable directora del dinámico suplemento del sábado de The Daily Telegraph: "Mi abuelo fue un bastión de libertad. Es trágico que los hooligans no hayan entendido su papel en la historia".

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