La incoherencia de la estrella
Perdido en un rincón del centro de Europa, Yevgeny Kafelnikov intenta vivir tranquilo y alejarse de la vorágine que le invade cuando está en el circuito profesional de tenis. Es el tercer jugador de la clasificación mundial del ATP Tour, y sus ingresos le permiten mantener un ritmo de vida al que aspiran algunos millonarios. Se permite el lujo de viajar en su jet privado, de alojarse en los mejores hoteles, de tener residencia en su ciudad de Sochi, ahora casi desalojada, y otra en la ciudad de Karlsruhe (Alemania), y de tener además un amplio stock de coches que comienzan por un increíble Ferrari. Pero, aunque todo eso lo ha conseguido a través del tenis, no siente la más mínima preocupación por cuidar su imagen profesional.Ese aspecto volvió a quedar al descubierto la semana pasada, cuando llegó al Trofeo Godó justo dos horas antes de disputar su primer partido ante el español Carles Moyà. Con su actitud perjudicó al torneo barcelonés, porque demostró que seguir adelante le importaba muy poco. Sin embargo, el mismo miércoles de su llegada, sólo unas horas más tarde, cogió los bártulos y se largó de nuevo. "Yo no creo que eso haya perjudicado mi juego. No tiene ninguna importancia. El calendario está muy cargado y he creído mejor prepararme fuera y llegar justo para jugar", se limitó a justificarse. "Me ha costado adaptarme a su juego y a la velocidad de su bola. Pero eso suele ocurrirme cuando empiezo a jugar en tierra batida", fue la explicación que encontró a su prematura derrota.
La dirección del torneo ni se inmutó por ello. Existía cierta preocupación, pero sólo por si no llegaba. "Sin embargo, eso no nos preocupaba a nosotros", agregó un miembro de la ATP, "puesto que ya le anunciamos que si no venía debería pagar una multa de siete millones de pesetas, y eso suele ser definitivo con él".
"Esa no es una situación nueva para él", explicó Vitorio Selmi, uno de los responsables de los jugadores en el circuito profesional. "En 1995 perdió en las semifinales de Marsella, y adujo una lesión para anunciar que no disputaría el torneo de Milán la semana siguiente. Entonces, le comenté que lo intentara, que fuera a Milán a probar. Se presentó el martes justo antes de jugar su primer partido, y acabó ganando el torneo, tras superar a Stich, Ivanisevic y a Becker en la final". Selmi cuenta que a Kafelnikov le gusta llevar una vida muy activa y que siempre apura hasta el último momento. "Le gusta el golf, estar con la familia, tiene sus aficiones. Y como viaja en avión privado, a veces encuentra dificultades aéreas para moverse con libertad".
Cuando jugó la Copa Davis frente a España en Málaga a principios de abril, ya demostró ser un tipo extravagante. Jugó más al golf que al tenis y pareció mucho más preocupado por su swing que por su drive. Y así le fue. Tanto Albert Costa como Juan Carlos Ferrero le pegaron una paliza. Amenazado por las mafias rusas -al menos eso se asegura en el circuito-, Kafelnikov cambió seis veces su hora de llegada a la ciudad andaluza y después vivió al margen del equipo ruso.
Los malos resultados le acompañaron en Estoril y luego en Montecarlo y en el Godó. Pero eso no le preocupa. Kafelnikov se mantiene en un status donde lo único que importa son los torneos del Grand Slam. Los demás son para él una pura anécdota, un paso más de preparación para las grandes citas. Y, o por falta de motivación o por exceso de presión, es habitual verle perder en las primeras rondas. Eso le ocurrió en 1999 cuando luchaba para ser el número uno mundial (lo logró en mayo de 1999) y cosechó nueve derrotas consecutivas.
Entonces aquello le tocó. Pero ahora, aunque a otros les preocupe, a él no le importan sus derrotas por dolorosas que parezcan. "Mi objetivo actual es ganar en Roland Garros. Y después Wimbledon y el Open de Estados Unidos", asegura. Por el momento, su palmarés cuenta ya con 20 títulos del circuito, con un Roland Garros (1996) y con un Open de Australia (1999). Allí, en Melbourne, tuvo la sinceridad de agradecer a Sampras, que iba por su parte del cuadro, que se diera de baja por lesión. "Si tú hubieras estado, yo no habría ganado", dijo. Kafelnikov es un gran jugador. Pero es un campeón bastante incoherente.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.