Pantomima en el Sánchez Pizjuán Un indolente Sevilla deja ganar al Oviedo en un partido vergonzoso
El Sevilla no sólo perdió ayer el partido contra el Oviedo y consumó su descenso a Segunda División. El esperpento que protagonizaron ayer sus jugadores en el estadio Sánchez Pizjuán ensucia la mínima esencia del deporte. Con la indolencia más descarada dejaron ganar al Oviedo, un equipo que no había conseguido un triunfo fuera de casa hacía 14 meses. Y lo que es peor, los futbolistas convirtieron el encuentro en un insulto que la hinchada sevillista agradeció, y todo por ver bajar al Betis, que por sí solo se encontraba con la debacle ante el Mallorca. Si los aficionados pretendían ponerse al mismo nivel de los hinchas del equipo verdiblanco que hace tres temporadas hicieron un ridículo espantoso en una situación similar en un choque contra el Sporting, lo han conseguido.Al descarado comportamiento de los sevillistas respondió el Oviedo con una falta de puntería que llegó a la grosería. La defensa del Sevilla no hizo otra cosa que despistarse y el Oviedo concatenar hasta 12 fallos clamorosos que desesperaron a la parroquia sevillana. Uno tras otro, Dely Valdes hasta cuatro veces, Rubén (tres), Pompei (dos) y Nadj demostraron por qué su equipo se encontraba en una situación desesperada. Un remate de Nadj al larguero exasperó tanto a los hinchas sevillistas que empezaron a corear: "Oviedo, qué malo eres". El meta sevillista Olsen dio una lección de profesionalidad a sus compañeros e hizo lo que pudo. Por fin, para la afición del Sevilla que lo jaleó como propio, llegó el primer gol del Oviedo de las botas de Paulo Bento. Un regalo de la ¿defensa? sevillista.
SEVILLA 2OVIEDO 3
Sevilla: Olsen (Jesús, m. 46); Héctor, Marchena, Quevedo, Nando; Loren, Francisco, Juric (Víctor, m.80), Olivera; Juan Carlos (Germán, m. 72) y Otero. Oviedo: Esteban; Keita, Onopko, Boris, Losada (Fabio Pinto, m. 83); Paulo Bento, Nadj, Rabarivony (Corbo, m. 64), Pompei; Rubén (Danjov, m. 39) y Dely Valdés. Goles: 0-1. M. 26. Con la defensa del Sevilla totalmente despistada, Paulo Bento remata solo ante Olsen. 0-2. M. 61. Pompei pasa el balón sobre Jesús, que mantiene los brazos abajo. 0-3. M. 73. Losada de potente cabezazo a pase de Danjov. 1-3. M. 75. Otero pega un trallazo desde fuera del área que Esteban es incapaz de atrapar y Loren empuja el balón. 2-3, M. 77. Olivera pica el baón ante la salida de Esteban. Árbitro: Evaristo Puentes Leira (Colegio Gallego). Amonestó a Olivera, Quevedo y Paulo Bento. Alrededor de 15.000 espectadores en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán.
El Sevilla por su parte daba lecciones magistrales de juego horizontal, la antítesis del ataque. Cuatro tiros durante la primera parte y todos desde fuera del área. Con Juan Carlos en una posición antinatural, la banda derecha. Con unos delanteros tan pobres como Loren y Otero y unos organizadores tan mediocres como Juric y Francisco, y sin Tsartas. Una defensa que ayer hizo aguas -Marchena, Nando y Quevedo- . Con este equipo, quizás la tragicomedia de ayer no hacía falta interpretarla con tanta desmesura. Afortunadamente, Luis Aragonés, sancionado, no vio desde el banquillo a su antiguo equipo dar tan lamentable espectáculo. De todas maneras, ¿cómo atacar?, si cada vez que el Sevilla hacía el intento su propia afición le pitaba.
La segunda parte empezó con retraso. Olsen se indispuso repentinamente. Oficialmente el portero noruego tenía fiebre antes del partido, pero la enfermedad no impidió que fuera titular. Por fortuna hay credibilidad en tanto lodo. En un primer momento pareció que el Sevilla despertaba, que la primera parte sólo había sido una mala pesadilla. Juan Carlos trataba de llegar hasta la portería contraria desde atrás y con pocos apoyos. El Oviedo decidió aguantar e intentarlo al contraataque. Cedió la posesión del balón al Sevilla. Sabia elección: los sevillistas no sólo no podían traspasar la barrera de jugadores oviedistas sino que no querían.
En dos ataques el Oviedo convirtió una nimia victoria en un paliza obscena. En las gradas sorprendentemente había fiesta. Se cantaban los goles del Mallorca. Se hacía la ola mientras el Sevilla era vapuleado con el consentimiento de algunos de sus jugadores por un equipo de medio pelo.
Entonces a los jugadores del Sevilla les dio por el honor. Una cosa es perder por un gol y otra que el resultado demuestre que los de Aragonés se han paseado por el Sánchez Pizjuán. Y aquí llegó la mayor provocación. El Sevilla sin despeinarse le endosó dos goles al Oviedo en tres minutos. Jesuli no salió, ni Zalayeta. No había que ganar. Víctor demostró su rabia por la impotencia premeditada con un tiro desde fuera del área. El partido terminó. La hinchada aplaudió. ¿Por qué? Si el Sevilla se va a Segunda. La guinda a una temporada para olvidar.
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