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El 'arma' eran dos perros hambrientos

El arma punzante con que le causaron las heridas incisas a Eduard G., el casero francés de edad avanzada hallado muerto en su domicilio de Valencia el pasado sábado por la tarde, sí que se encontraba en el interior de la vivienda. Pero no se trataba de ningún cuchillo, machete o estilete oculto en algún rincón de este piso, situado en el número 41 de la avenida del Cardenal Benlloch.El arma afilada que le causó los desgarros al difunto casero estuvo en todo momento delante de los ojos de los agentes del Grupo de Homicidios de la Policía, los médicos del SAMU y la comitiva judicial que acudió a efectuar el levantamiento el cadáver. Tan cerca de ellos que no dejó de ladrarles con furia y entorpecer su labor: la autopsia del casero ha revelado que falleció por causas naturales y que, una vez muerto, fue mordisqueado por sus dos perros hambrientos.

Tras efectuar ayer la autopsia,los médicos forenses de guardia del Instituto de Medicina Legal de Valencia han explicado a la Brigada Judicial de la Policía que la víctima tenía los pulmones en muy mal estado y había fallecido dos o tres días atrás en su habitación tras sufrir una insuficiencia respiratoria.

Cuando murió Eduard, los dos perros con los que convivía -uno de ellos de tamaño pequeño- se quedaron sin la mano que les alimentaba, condenados a mantener una huelga de hambre forzosa.

Hasta que, según fuentes de la Jefatura Superior de Policía valenciana, después de dos días sin probar bocado los dos perros decidieron saciar su hambre mordisqueando el cuerpo sin vida de su antiguo propietario.

Los forenses han comprobado que los canes le dieron varias dentenlladas a los órganos genitales del cadáver. "Debieron morderle allí porque son las partes más blandas, donde no hay huesos", comentaba ayer un policía que participó en la investigación. Los perros también le causaron diversos arañazos al cadáver cerca de las ingles al abalanzarse sobre él. La habitación se encontraba en unas condiciones higiénicas deplorables, según fuentes policiales.

El cadáver del casero lo encontró a primera hora de la tarde uno de sus inquilinos, un joven que acudió a devolverle la llave del piso porque había encontrado una vivienda mejor y había decidido mudarse. El fallecido vivía de los pisos que alquilaba y las clases de francés que impartía, según los vecinos.

Al conocer que el arma punzante tenía cuatro patas y ladraba, los médicos del SAMU que atendieron a la víctima se quedaron horrorizados. Ahora se explican porqué los perros no dejaban de acosarles e intentaban morderles a toda costa: trataban de impedir que los médicos les arrebataran su macabro sustento.

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