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Reportaje:EN BUSCA DE UN PACTO EN LA FIRA

El último tren de la Fira de Barcelona

El pacto para dar entrada a la Generalitat en la Fira de Barcelona es inminente. Se trabaja casi contrarreloj porque 10 años de luchas estériles han hecho perder peso a la entidad ferial y la obligan a tomar medidas a ritmo rápido. Se busca un acuerdo para ampliar el nuevo recinto de Montjuïc-2, en el polígono Pedrosa, de L'Hospitalet. La primera fase de la ampliación estará lista a fin de año, pero se necesitan alrededor de 20.000 millones de pesetas (véase gráfico en la página siguiente) para tener un recinto de casi 70.000 metros cuadrados, como el de Montjuïc y como el de Ifema en Madrid, el gran competidor."Estábamos condenados a ser una feria menor desde el mismo momento en que los grandes salones como Alimentaria, Expoquimia o Construmat necesitan más espacio y un recinto más moderno y cada día ponían más inconvenientes para seguir en el de Montjuïc", explica un miembro del comité ejecutivo de la Fira. Esta señal de alarma se suma a la extinción de salones como Informat y a la pérdida de peso de Expotrónica, ante la pujanza del Simo de Madrid. También a la pérdida de peso del Salón del Turismo en beneficio de Fitur, de Madrid.

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Barcelona ganó en salones y Madrid en ingresos y beneficios en 1999

Se busca ahora incorporar a la Generalitat en la Fira; está dispuesta a entrar, pero con dos condiciones: reformar los órganos de gobierno y trazar un plan estratégico para la Fira. Un cambio en el que están de acuerdo las partes es que hay que acabar con las cuotas políticas en el comité ejecutivo de esta entidad y nombrar un comité de empresarios que participe en la gestión y que nombre al director general.

El alcalde de Barcelona está dispuesto a hacer concesiones; a renunciar a la presidencia del consejo general de la Fira, un cargo que le otorga el voto de calidad sobre las grandes decisiones de esta entidad, incluido el nombramiento de director general.

El posible acuerdo llega in extremis. El presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, Antoni Negre, presentó hace unos meses al alcalde de Barcelona, Joan Clos, el resultado de un informe de la consultora Arthur Andersen en el que se recomienda la entrada de la Generalitat en la Fira como única vía para solucionar el aislamiento institucional del consorcio. El informe, que no se ha hecho público, dice que "es conveniente involucrar de una forma directa a la Generalitat y, en su caso, a una entidad o pool de entidades financieras como entes consorciados". Entidades como Ifema y otras de diversas ferias europeas -Francfort, Birmingham, París o Milán- han sido "mucho más representativas de sus entornos económicos que las de la Fira de Barcelona", según indica el citado informe de la firma consultora.

Clos y el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, han hablado a fondo del asunto y están decididos a llegar a un acuerdo, informan las fuentes consultadas. Sin embargo, quedan flecos pendientes como concretar cuándo llegará el metro a los pies del nuevo recinto de Montjuïc-2, como desea el Ayuntamiento.

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La Cámara de Comercio, encargada de la gestión de la Fira por mandato legislativo, cree que lo más relevante ante este cambio de estrategia será la capacidad financiera de esta entidad. La cámara, que invirtió 4.500 millones para crear Montjuïc-2, considera que la financiación del futuro depende de la voluntad política.

La entidad cameral señala a Ifema (80.000 metros cuadrados de exposición) como un ejemplo paradigmático de la imponente capacidad de endeudarse que pueden llegar a tener las ferias de muestras. Ifema, cuyo crecimiento mella la moral de los gestores feriales catalanes, tiene créditos bancarios liderados por Caja Madrid -socio del consorcio ferial- que superan los 30.000 millones. Su situación financiera es peor que la de la Fira. Las pérdidas originadas por su lanzamiento y expansión le hacían lucir unos fondos propios (capital y reservas) negativos de 7.000 millones al acabar 1998, último ejercicio disponible. Sin embargo, superada esta fase, ha empezado a ganar mucho dinero.

Por su parte, el balance de la Fira es menos creativo que el de Ifema, pero sus resultados -con una capacidad hoy limitada a los 70.000 metros del recinto tradicional de Montjuïc y a los 13.000 ya útiles de Montjuïc-2- son tres veces inferiores a los de Madrid. En diciembre de este año, Montjuïc-2 contará con unos 36.000 metros cuadrados útiles de exposición.

La Generalitat está por cerrar un acuerdo en poco tiempo. "Es necesario acabar con las cuotas políticas y tener gestores al frente de la Fira", dicen fuentes del Gobierno catalán. "Lo importante no es la aportación económica, eso ya se verá, sino saber qué queremos hacer con la Fira y trazar un plan estratégico que le permita tener unos objetivos claros", remachan estas fuentes. Si es así, la Generalitat dice que no tendrá problemas en contribuir a la ampliación de la Fira. La inversión realizada hasta ahora en Montjuïc-2 asciende a 20.000 millones de pesetas. Faltan por invertir otros 20.000 millones para tener listo todo el nuevo recinto.

El proyecto de ampliación de la Fira podría quedar frenado si el consorcio no cuenta con el compromiso firme de la Generalitat y el Instituto Catalán del Suelo (Incasol). La participación del Ejecutivo catalán en el proyecto es necesaria porque la segunda fase de la ampliación en Montjuïc-2 exige importantes medidas expropiatorias, que dependen del Ejecutivo catalán, dicen fuentes de la propia Fira. Este segundo tramo permitirá alcanzar casi 70.000 metros cuadrados útiles en el nuevo recinto en el año 2004.

La Fira es una entidad saneada y puede asumir endeudamiento para respaldar la construcción de Montjuïc-2. Gana dinero, su facturación ha ido creciendo y tiene personal que conoce el negocio. Además, históricamente, no había tenido endeudamiento hasta que se planteó construir un recinto complementario en Montjuïc-2, a sólo tres kilómetros del aeropuerto de El Prat.

Pero también tiene rémoras que tras muchos años de vida ahora le pesan para ganar parte del terreno perdido. Este tiempo perdido le pesa ahora para ponerse en cabeza. Su gran competidora es Ifema, que con su corta vida la aventaja en ingresos y en empresas acogidas. Han pasado casi dos décadas desde que Josep Sanuy, que luego sería consejero de Comercio y Turismo de Jordi Pujol, fue a Madrid para ayudar a montar Ifema. Sanuy, que también trabajó para la Fira, puso las bases para que Ifema creciera, pero tuvieron que pasar 10 años para que ésta empezara a hacer sombra a la Fira.

Por parte de esta última entidad, las oportunidades de tener un nuevo recinto complementario del de Montjuïc se fueron perdiendo en los años ochenta por falta de decisión y porque el avance de la Feria de Madrid parecía aún lejano. Directivos de la Fira recuerdan que en 1984 se planteó una primera oportunidad de ampliación junto al centro comercial Pryca de El Prat de Llobregat. El asunto no estaba maduro y fue aplazado. En 1986 se volvió a plantear la ampliación, esta vez en el recinto de La Farga de L'Hospitalet. La operación se enfrió porque el comité ejecutivo y el consejo general no la vieron clara. En 1993 se produjo una nueva dilación a causa de la larga polémica entre la Generalitat, partidaria de ampliar la Fira en Mas Blau (El Prat de Llobregat), y el Ayuntamiento, que defendió y sacó adelante la opción de Pedrosa.

Algunos empresarios, miembros de comités organizadores de salones, que conocen la Fira destacan que con su actual recinto de Montjuïc ésta no puede sacar más rentabilidad al negocio. La propia Generalitat destaca que en el montaje y desmontaje de salones en Montjuïc se tarda más del doble del tiempo que se emplearía en un recinto más moderno.

La Cámara de Comercio, la Generalitat y el Ayuntamiento -este último es el dueño del suelo que ocupa la Fira en Montjuïc- comparten la idea de que hay que mantener las actuales instalaciones por la ventaja de estar en el centro de la ciudad. Pero también que el recinto de Montjuïc se ha quedado viejo y no es el adecuado para albergar los grandes salones.

Pero el nuevo y todavía pequeño recinto ferial de Montjuïc-2 apenas tiene construidos 13.000 metros cuadrados, una superficie similar al Palacio de la Metalurgia del viejo recinto de Montjuïc. Con la ampliación que está en marcha, y que acabará el próximo mes de diciembre, Montjuïc-2 tendrá 38.000 metros cuadrados para expositores. Faltará la última fase de la ampliación, cuyo objetivo es colocar la superficie de Montjuïc-2 cerca de los 70.000 metros (66.856 según la sociedad Fira 2000), que se añadirán a los de la antigua feria para alcanzar unos 135.000 metros en total. Montjuïc-2 tendrá dos entradas principales: una por la Gran Via y otra por la avenida de la Zona Franca. La inversión realizada hasta ahora asciende a 21.000 millones de pesetas. Faltan 20.000 millones para tener listo todo el nuevo recinto.

Si se lleva a cabo la ampliación, Barcelona tendrá una de las ferias urbanas mayores de Europa (similar a Versalles, de París, o a Milán) y, en términos de espacio, podrá competir con otras, como Ifema -que tiene ahora 80.000 metros cuadrados y aumentará su superficie hasta los 120.000 en enero de 2001- o la de París Le Bourget, que son ferias de extrarradio y están consideradas por los expertos como "ferias de paso", señalan fuentes de la Fira.

Para potenciar el nuevo recinto, el Ayuntamiento quiere conectar la estación del metro ya prevista en el paseo de la Zona Franca con otra que esté junto a las instalaciones de Montjuïc 2. El plan es que sea la penúltima estación de un trayecto que alcanzará el aeropuerto de El Prat (vér gráfico en la página anterior). Ni más ni menos que como Ifema, que tiene el metro en el recinto conectado a la ciudad y al aeropuerto.

Acabar con las cuotas y luchas internas

Los enfrentamientos entre el presidente del comité ejecutivo de la Fira -cargo que recae en el presidente de la Camara- y el director general -nombrado por el Ayuntamiento- han sido constantes en los últimos años. La razón es que en la Fira hay dos fuentes de poder: el Ayuntamiento de Barcelona y la Cámara. El director depende de un presidente del comité ejecutivo que no le ha nombrado de forma directa.Para acabar con los enfrentamientos, las negociaciones en marcha para reformar los estatutos y dar entrada a la Generalitat pretenden que el comité ejecutivo nombre al director general. Existe un acuerdo de principio para que el futuro comité ejecutivo no tenga las actuales cuotas políticas, sino que lo integren empresarios pactados entre todas las partes.

Ejemplos de pugnas son las que tuvieron Josep Miquel Abad, primer director general que nombró el ex alcalde Pasqual Maragall, en 1983, y el fallecido Josep Maria Figueras, que presidió la Fira entre 1979 y 1987. Las discusiones subieron de tono por los sueldos de algún colaborador externo, que Abad intentó recortar.

La apoteosis de los enfrentamientos se produjo entre el nuevo pesidente ejecutivo, Enric Reyna, designado por la Cámara de Comercio, y Ferran Lemus. Reyna situó su despacho de trabajo en la Fira y empezó a actuar en la actividad cotidiana. Daba unas instrucciones a los directores de la Fira y Lemus otras. La situación provocó la salida anticipada de Lemus como director general.

Las discrepancias se ha reproducido ahora entre Antoni Negre, presidente ejecutivo, y Adolf Cabruja, que sustituyó a Lemus como director general en 1991. Varias fuentes coinciden en que, aunque las relaciones entre Cabruja y Negre fueron buenas en los primeros años, empeoraron cuando Negre recuperó la presidencia de la Fira hace cuatro años. Negre empezó a tomar decisiones que hicieron que Cabruja sintiera que invadía su labor. Fuentes próximas a ambos no ocultan que ni uno ni otro seguirán si fragua la reforma de los estatutos.

Pero también ha habido periodos de concordia. El binomio entre Josep Lluís Jové como presidente y Cabruja como director funcionó de 1995 a 1998, dicen varias fuentes de la Fira. Y hubo entendimiento entre Enric Crous como director general y Reyna.

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