Los señores del TNC
Señores del Teatre Nacional de Catalunya: en un párrafo de su artículo ¿Secretas ambiciones?, publicado en este diario el pasado 22 de abril en respuesta al mío (Alí Babá y los 40 asesores), aparecido el 18 del mismo mes, se refieren ustedes a "la actitud predemocrática y verticalista" que se respira en mi escrito.¿De verdad consideran ustedes "predemocrático y verticalista" que un ciudadano esté disconforme con el funcionamiento de una institución cultural pública, con la arbitraria adjudicación de prebendas a los miembros de su consejo de asesoramiento artístico o que considere a este mismo consejo escasamente representativo de la sociedad teatral catalana -¿están presentes en él las actrices y los actores, los escenógrafos, los músicos, los coreógrafos...?- y lo exprese por escrito? ¿Debemos, como ustedes sugieren en el mismo artículo, esperar calladitos a que pasen cuatro años antes de poder opinar sobre su gestión? Flotats no dispuso de tanto tiempo.
Afirman ustedes en su manifiesto fundacional: "Los artistas deben encontrar en el TNC un instrumento útil para la manifestación de su talento". ¿Lo encontrará algún día Ricard Salvat, figura imprescindible del teatro catalán contemporáneo? ¿Lo encontrará Albert Boadella, explícitamente vetado? ¿Lo encontrará Jordi Mesalles después de haberse significado por escrito a propósito del TNC? ¿Lo encontrará Xavier Albertí, a quien Domènec Reixach, su director, invitó a participar en su primera temporada y después nunca más se supo? ¿Lo encontrarán todos aquellos creadores cuyos servicios no han sido jamás requeridos durante los muchos años que Reixach lleva al frente de los establecimientos teatrales de la Generalitat?
No dudo en absoluto que ustedes, señores del TNC, estén perfectamente convencidos de estar trabajando por el bien del teatro y del país. Mi problema -y el de algunos más- es que no logramos reconocernos ni en el teatro ni en el país que ustedes representan.- Joan Ollé.
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