Dos amigos reflejan que 'La vida es un 'blues' en la sala Montacargas

Dos amigos que viven juntos pero aparentemente no tienen nada que ver -"uno es conservador y superficial y el otro un frustrado de la vida siempre preocupado por los problemas del mundo", según Pedro Moya, uno de los dos actores de La vida es un blues- comparten un día de pesca en el rompeolas. Durante años han mantenido la costumbre de pescar los fines de semana, las fiestas, las vacaciones, pero jamás han levantado un solo pez. En ese tiempo, Luis, de 29 años, ha seguido vendiendo seguros; Juan, de 35, fue corresponsal de guerra y, tras una experiencia sobrecogedora, accedió al "paro voluntario; es decir, es indigente", continúa Moya, que en el escenario está acompañado por Romualdo Sánchez, Romu. Lo avatares de la vida y el continuo infortunio provocan la explosión de Juan y se enzarzan en una discusión. En ella desfogarán sus pasiones estancadas, que abarcan el amor, el sexo (si es que se puede separarlos), la política, el juego de las apariencias y de la aceptación social en esta tragicomedia de "diálogos picantes y retorcidos".

La vida es un blues. Sala Montacargas. Antillón 17. Metro Puerta del Ángel. Hasta el 31 de mayo.