Brasil: los otros 500 años
Todos recordamos las celebraciones que tuvieron lugar cuando el pasado 12 de octubre de 1992 se cumplió el quinto centenario del descubrimiento de América por Cristóbal Colón. Ahora le toca el turno a Brasil y a los portugueses. El 22 de abril se cumplieron 500 años desde el primer contacto de un europeo con suelo brasileño: Pedro Álvarez Cabral embarcó en 1500 en Lisboa, rumbo a las Indias, con 13 embarcaciones y 1.200 hombres, siguiendo las instrucciones del navegante Vasco de Gama.
Las lentas embarcaciones de la flota estaban muy expuestas a la fuerte corriente ecuatorial, que las condujo más al oeste de lo que pretendían, arribando a la hermosa costa de Bahía.
Desde ese día Brasil ha pasado por la colonización, la esclavitud, la urbanización, la industrialización y, más recientemente, la convulsión de un régimen militar y la actual República. La conmemoración de esta fecha, como también ocurrió con los españoles y el 92, no está exenta de polémica. Muchas organizaciones indígenas, de campesinos, sindicatos y otros grupos llevan a cabo una campaña, conocida como "los otros 500 años", para recordar de verdad lo que ha sido la historia de Brasil para "la mayoría de la población".
En cualquier caso, la fecha parece un momento apropiado para reflexionar y hacer balance del estado de los derechos humanos en este gran país. Es cierto que durante los años de gobierno del actual presidente, Fernando Henrique Cardoso, se han tomado diversas iniciativas muy positivas, tales como el lanzamiento de un Programa Nacional de Derechos Humanos en 1996 con una Secretaría Nacional para estos asuntos, la inclusión de la tortura como delito en el Código Penal o la reciente firma del Estatuto de Roma para el Tribunal Penal Internacional (aunque todavía sin ratificar, como tampoco lo ha hecho España).
Sin embargo, la situación de los derechos humanos en Brasil continúa siendo terrible: junto a las pésimas condiciones de detención y tortura en numerosas cárceles y comisarías brasileñas, motivo de una reciente campaña de Amnistía Internacional, hay que añadir las persecuciones por motivos políticos contra campesinos; el nulo respeto en la práctica a los derechos de los pueblos indígenas, traducido muchas veces en amenazas y asesinatos; las habituales matanzas perpetradas por policías más o menos fuera de servicio contra "niños de la calle", campesinos sin tierra, activistas defensores de los derechos humanos...
Y lo peor de todo: la dolorosa y sangrante impunidad que sigue amparando en la mayoría de los casos a los que cometen estos crímenes en nombre del "orden" y de los poderosos.- .
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.