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Old Trafford no dejará de cantar

La afición del Manchester sigue feliz, pese a la eliminación europea, tras el nuevo título de Liga

Cualquiera que hubiera encendido el televisor en el minuto 60 del partido entre Manchester United y Real Madrid el miércoles pasado hubiera pensado, al escuchar a la afición de Old Trafford, que era el Manchester, y no el Madrid, quien iba ganando 3-0. Al acabar el encuentro, al haber sufrido la derrota más amarga de los últimos dos años, los aficionados locales aclamaron a su equipo como si hubiesen logrado la misión imposible de marcar cuatro goles, en vez de los dos que los eliminaban del torneo de clubes más prestigioso del fútbol mundial.¿Qué les pasaba? ¿Es que la afición del Manchester, al negar la realidad de los hechos, estaba padeciendo los efectos de una locura colectiva? No. No fue así. La lealtad de los aficionados no es ni ciega ni incondicional. Se basa en una cualidad que su equipo, por mas defectos que pueda tener en la defensa o en la portería o en lo que sea, posee en abundancia. Stanley Matthews, el legendario extremo inglés que siguió jugando hasta los 50 años, la señaló en una entrevista poco antes de morir. "El secreto del fútbol, como el de la vida, es el entusiasmo", dijo Matthews.

De lo que nadie puede dudar, tanto después de la derrota del miércoles ante el Madrid como después de haber vuelto a ganar la Liga inglesa el sábado por sexta vez en ocho años, es del entusiasmo de los jugadores de este Manchester United. Un entusiasmo que se contagia a la gradas, donde saben que los jugadores de Alex Ferguson siempre van a jugar para ganar, que nunca pierden la fe de que cualquier catástrofe se puede superar, que no saben lo que es especular con un resultado, que pase lo que pase atacarán al rival con el instinto asesino -a veces suicida- de una jauría de perros de caza.

Por eso Vicente del Bosque comentó, no con desprecio, después del partido del miércoles que el juego del Manchester había sido anárquico. Por eso otros dijeron que habían jugado con ingenuidad. Y sí. No queda la mas mínima duda. El Madrid jugó un partido más controlado, más cerebral, demostrando -en palabras de del Bosque- una gran "aplicación". Y dotado, por supuesto, del genio de Raúl -un jugador superior a los dos delanteros del Manchester- y de Redondo, que jamás habrá jugado de manera más magistral con los colores del Madrid.

En cambio, el Manchester jugó un partido kamikaze. Ferguson lo reconoció después. "¿Qué le vamos a hacer? Es la naturaleza de nuestro club". Y les ha servido muy bien. Contra el Juventus en Turín, en la semifinal de la Copa de Europa el año pasado, cuando ganaron 3-2 después de haber concedido dos goles en los primeros quince minutos; contra el Bayern el año pasado, cuando marcaron los dos goles de la victoria en los tres minutos de tiempo adicional. Como decía Teddy Sheringham, el delantero que marcó el primero de esos dos goles contra el Bayern: "Hemos tenido suerte en anteriores ocasiones, pero la suerte no nos acompañó contra el Real Madrid".

La verdad es que el Manchester jugó mucho mejor contra el Madrid el miércoles que contra el Bayern en el Camp Nou en la final de la Copa de Europa. Cualquiera capaz de apreciar la belleza del fútbol, sin cegarse por el fanatismo partidista, hubiera quedado admirado ante la velocidad en el toque, la constante penetración al área, las olas coordinadas de huracán que lanzaban seis, siete jugadores del Manchester sobre la heroica defensa del Madrid. Decir, como ha dicho la prensa inglesa, que el Madrid le dio una lección de fútbol al Manchester; o como se ha comentado en ciertos sectores de la prensa española, que el Madrid "humilló" al Manchester, no es sólo rídiculo, sino que demuestra una ignorancia abismal.

Gente que sabe, como Marcelo Bielsa, seleccionador argentino, se quedó deslumbrado por el vibrante juego ofensivo de Giggs, Scholes y Yorke; Bobby Robson, sin quitarle méritos al Madrid, dijo que el Manchester había jugado un partido "fantástico"; Glen Hoddle, el antes seleccionador inglés, ahora entrenador del Southampton, que perdío en casa 3-1 contra el Manchester el sábado, dijo que en ataque contra el Madrid los de Ferguson "no podrían haber jugado mucho mejor". Hoddle opinó que el Manchester seguía siendo el mejor equipo de Europa.

Por ahora los del Manchester se tienen que consolar con el hecho irrefutable de que son el mejor equipo de Inglaterra. Acaban de ganar la Liga faltando cuatro partidos y después de haber batido el record de goles marcados (87) desde que se creó, en 1992, la Premier League.

Ferguson dijo el viernes que éste era el mejor Manchester United de todos los tiempos. Reconoció que esto era mucho decir tomando en cuenta el equipo de los años sesenta de Charlton, Best y Law. "Pero este equipo, esta unidad, es una maravilla", dijo Ferguson, "y aún no han acabado de madurar". Porque el Manchester sigue siendo un equipo joven que cuenta con grandes jugadores como Giggs, Beckham, Scholes que no han llegado a su plenitud. Y ahora acaban de fichar a uno de los delanteros más prometedores del continente, Ruud Van Nistelrooy, de 23 años.

La lógica decía que lo que tenían que haber hecho era fichar un nuevo lateral, un nuevo defensa central. Que lo que no les hacía falta era aumentar la capacidad de marcar goles. Pero aquí se demuestra una vez la naturaleza aventurera de la que habla Ferguson. Por eso Old Trafford se ha llenado en todos los partidos que ha jugado el Manchester esta temporada. Por eso conseguir entradas para un partido contra el Bradford City es tan imposible como conseguirlas para ver a Pavarotti en el Albert Hall. Pero por eso, también, por lo que ciertos analistas italianos podrían clasificar de "ingenuidad táctica", puede ser que no se realice el sueño de Ferguson de convertir al Manchester en uno de los grandes en la historia del fútbol europeo. En cuanto a resultados, a trofeos continentales, se refiere. Pero en su estilo de juego, en su hambre -casi demencial- por marcar goles, ya existe grandeza. Mientras dure, Old Trafford no dejará de cantar.

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