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FÚTBOL 34ª jornada de Liga

El 'galernazo' de Munitis

El destino de Munitis, que deslumbró en el Bernabéu, pasa seguramente por abandonar el Racing

Qué diría Paco Gento, la galerna del Cantábrico, viendo cómo Munitis desarbolaba por completo la formidable embarcación que regresaba victoriosa de la batalla de Old Trafford. Desde sus tiempos de extremo más veloz que una centella, no se recuerda un galernazo en el Bernabéu como el que desató Munitis el sábado ante el Madrid. El pequeño delantero no dejó en pie ni un mástil ni una vela blanca. A los 28 minutos de juego azotó un costado de la nave madridista, su pase retrasado a Manjarín abrió la primera vía de agua. Maniobras sucesivas, de igual calado y profundidad, fueron minando la resistencia del rival y terminaron mandándole al garete. Salva y Vivar Dorado se encargaron de hundir al Madrid. "Sólo le faltó el gol, pero los volvió locos a todos", dijo su entrenador Gustavo Benítez. Efectivamente, el delantero cántabro no pudo rematar la faena, como los grandes toreros, porque se fue el Bernabéu sin batir a Casillas. Un disparo suyo con marchamo de gol, que hubiera sido su séptimo tanto en la Liga, se estrelló en la madera. Todo le iba a salir bien en la noche más hermosa de Pedro Munitis. "Hoy se ha doctorado cum laude", manifestó al término del partido Miguel Ángel Díaz, presidente del Racing.En medio de la euforia -la victoria aleja al Racing del abismo y eleva a Salva como pichichi- surge entre la afición el miedo a perder, como se perdió en su día a Gento y Santillana, al delantero nacido en el barrio pesquero. Su condición de crack mundial le acerca cada día más a las redes todopoderosas de los equipos grandes. En fútbol, el pez grande, si lo sabrá un hijo, nieto y biznieto de pescadores, se come al chico. De acuerdo con esta ley darwinista, el destino de Munitis pasa seguramente por abandonar el Racing. El talento específicamente cántabro se cotiza al alza en la bolsa de valores del deporte. Y Munitis ya pertenece -el Bernabéu se rindió a sus pies- a la estirpe de cántabros gloriosos: Seve Ballesteros, ex número uno del golf mundial; José Manuel Abascal, primera medalla olímpica del atletismo español, y Óscar Freire, actual campeón del mundo de ciclismo. Munitis, a sus 25 años, es la última versión de ese genio creador que nace y crece en Cantabria, pero se desarrolla casi siempre lejos de la tierruca. Pertenece a la generación de Iván de la Peña, Ismael y los hermanos Helguera, discípulos todos del magisterio que ejerce Laureano Ruiz en la Escuela Municipal de Fútbol de Santander.

Ciertamente, Munitis va a ser el primero en sufrir los efectos del desarraigo. Se siente a gusto entre su gente, en su medio, en su clase social. Una prueba de que no es un desclasado es que sigue viviendo en el barrio pesquero, cerca de los padres y de la abuela, la señora Antonia, a la que dedica sus goles. Con el primer dinero que ganó, Munitis compró a su padre, marinero de bajura, una pequeña embarcación. La fama y el dinero, su ficha se elevó el año pasado a 100 millones anuales, no se le han subido a la cabeza. Su cláusula de rescisión de contrato es de 2.500 millones de pesetas. Si algún equipo de campanillas, como parece, acepta las condiciones del Racing, la vida del pequeño Munitis puede dar un giro de 180 grados. De momento, es un hombre feliz, su novia es estudiante de Biológicas en la Facultad de Zaragoza, que contempla el futuro como otra persona cualquiera. Su lema es seguir trabajando con la "máxima profesionalidad" en el Racing. En realidad, Munitis se siente orgulloso de ser un "profesional" del fútbol, el oficio que practica desde que era un niño, cuando daba las primeras patadas a un balón en una pista de tierra del barrio de los marineros de Santander.

Munitis es un hombre de carácter que ha sabido hacer frente en todo momento a la adversidad. Su biografía deportiva, como la de los grandes, tiene episodios marcados por la desdicha. Relegado a un segundo término, Munitis sufrió la humillación de ser cedido al Badajoz, un equipo que militaba en Segunda B. Sin embargo, la voluntad del jugador no se dio por vencida, siguió trabajando con ilusión, hasta que en la temporada 1998-99 regresó al Racing de Marcos Alonso y empezó a jugar algunos minutos en el primer equipo. Desde entonces, Pedro Munitis es uno de los jugadores más desequilibrantes de la Liga española y la máxima figura del Racing de Santander. Ya lo saben también en el Bernabéu.

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