De Riazor al título
El Deportivo supera a una rocosa Real Sociedad y se consolida como claro líder
Parecerá una racanería, o el rasgo de un espíritu excesivamente matemático para un juego al que sus seguidores siempre han atribuido cierta inclinación artística. Pero lo cierto es que a Javier Irureta, entrenador del Deportivo, le cuadran todas las cuentas, y su equipo, pese a comportarse fuera de casa como una herrumbrosa escopeta de feria, cabalga hacia el título a lomos de sus triunfos en casa. A falta de cuatro jornadas, el Deportivo aventaja a sus rivales en casi la mitad de los puntos en juego -cinco sobre un total de doce-, y, a despecho de los agoreros, tiene el campeonato a tiro de piedra. Ayer afrontó con éxito una prueba complicada, frente a una Real Sociedad que no jugó nada al fútbol, pero que resistió durante más de media hora con la consistencia de un muro de hormigón. Al Deportivo le costó un mundo digerir la roca de Javier Clemente. Ahora bien, en cuanto lo consiguió, dio trámite al expediente con la autoridad que se le exige a un líder.Si el Deportivo logra el título tan largamente perseguido, una vez concluyan las celebraciones de rigor, alguien habrá de poner a este equipo en manos de un gabinete psicológico para estudiar sus extrañas reacciones. El estudio lo reclama a gritos el anómalo comportamiento de un líder que fuera de casa parece una birria, pero que cada vez que pisa su estadio se transforma en una máquina intratable. Un equipo que cada vez que viaja se vuelve melancólico, aburrido y acobardado -quizás como un tributo a la tradición de la morriña gallega- y que en el calor del hogar se muestra extraordinariamente seguro y ambicioso.
DEPORTIVO 2REAL SOCIEDAD 0
Deportivo: Songo'o; Manuel Pablo, César (Romero m. 61), Donato, Schürrer; Jokanovic, Mauro Silva; Víctor, Djalminha (Pauleta m. 81), Fran (Turu Flores m. 66); y Makaay.Real Sociedad: Alberto; J.F. Guerrero (De Pedro m. 51), Gurrutxaga, Pikabea, Aranzábal; Gómez (Mutiu m. 75), Jáuregui (López Rekarte m. 49); Sa Pinto, Khukhlov, De Paula; y Jankauskas. Goles: 1-0. M. 34. En el lateral izquierdo, Schürrer despeja un balón que ya había salido fuera de banda, recibe Fran en la misma banda y un poco más adelantado, profundiza, la entrega a Makaay en el vértice del área y éste marca tras encarar a Alberto. 2-0. M. 42. Falta cerca del pico izquierdo del área que saca Djalminha al segundo palo, donde César marca de cabeza. Árbitro: Esquinas Torres. Expulsó a Sa Pinto (m. 68) por doble amonestación y enseñó tarjetas amarillas a Aldeondo (en el banquillo), Gurrutxaga, Djalminha y De Pedro. Más de 30.000 espectadores en Riazor.
El Deportivo, que había jugado muy mal en Vallecas hace una semana, no hizo ayer un gran partido, pero eso no se le puede exigir a nadie todas las semanas. Lo que hay que exigirle a un equipo de su categoría es que tenga voluntad de jugar y de ganar, la que no se vio ni por asomo ante el Rayo y que ayer, sin embargo, quedó clara desde el primer minuto de partido. Al Deportivo le costó jugar porque enfrente estaba la Real, un compendio de todas las virtudes y defectos de la particular manera de entender el fútbol que tiene su entrenador. En cuanto a juego, la Real fue un equipo plano, sin apenas una idea digna de mención. Pero como adversario, el conjunto de Clemente resultó una masa de granito que convirtió el campo en terreno empedrado para el adversario.
El líder puso todo de su parte para estar a la altura del compromiso. Se metió desde el principio en la cocina del rival, trató de elaborar el juego partiendo del centro, tocó la pelota con rapidez y se movió con esa pizca de ansiedad que necesita el fútbol. El equipo se benefició además de la decisión de Irureta de rescatar a Djalminha y a Fran, quienes, al margen de debilidades de carácter o momentos de forma, son los dos futbolistas más creativos del grupo. Pero las intenciones del Deportivo se estrellaron ante el acorazado de Clemente. El técnico vasco había tenido que formar una defensa de circunstancias, pese a lo cual resistió la tentación de protegerse por simple acumulación de hombres atrás. En vez de limitarse a levantar una muralla, Clemente desperdigó minas por todo el campo y consiguió que, poco a poco, se fuese apagando el ímpetu inicial del Deportivo.
Ante la consistencia del adversario, el temple del líder empezó a desmoronarse, y, cerca de la media hora, la Real avisó de que la situación se estaba empezando a poner comprometida. Koklov salvó con un bonito taconazo un balón que se iba por la banda y dejó a Sa Pinto sólo ante Songo'o, quien reaccionó con seguridad al remate. Hubo conatos de histerismo en el graderío, pero, en ese mal momento, la Real y el árbitro concedieron al Depor la primer oportunidad de contragolpe. Y el líder no la desaprovechó. Con la Real cada vez más animada a mirar la portería contraria, Schürrer despejó un balón que ya había rebasado la línea de banda. Fran recibió con medio campo libre, se lanzó a la carrera y metió con precisión al área, donde Makaay aguardaba para confirmar su oficio de rematador.
El gol excitó al Deportivo, que se empeñó en resolver la disputa antes del descanso. Y de nuevo demostró que, si le falla el fútbol, en Riazor siempre dispone de un amplio catálogo de recursos, en este caso una falta que Djalminha bombeó al segundo palo, donde César cabeceó a la red. Clemente quiso cambiar el guión en la segunda parte y ahí ya se vieron flaquezas. Si la Real tenía poca capacidad de respuesta, se quedó sin ninguna cuando Sa Pinto fue expulsado en el minuto 68. Hasta el final, el Deportivo desdeñó la goleada, mientras la calculadora de Irureta echaba humo de satisfacción.
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