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Entrevista:FRANCISCO GRANADOS PRESIDENTE DE LA GESTORA DEL PSPV-PSOE

"Parece que sí que tengo carta blanca"

Miquel Alberola

Pregunta. ¿Hay que darle la enhorabuena o el pésame?Respuesta. La enhorabuena hay que dármela el día que lo deje. Espero celebrarlo por la tranquilidad que volveré a recobrar. Y si ha sido fructífero mi paso por la gestora, con mayor motivo.

P. ¿Se trata de un retorno o sólo de un servicio especial?

R. De un servicio especial. Y en momentos especiales, porque estoy convencido, y preocupado, de que estamos haciendo un simulacro de vuelta al pasado. Va a quedar pálida la época de las mayorías absolutas del PSOE comparada con las mayorías absolutas del PP. Hay comportamientos de vuelta al pasado, y es sólo el comienzo.

P. ¿Esto es lo que le ha impulsado a aceptar la presidencia de la gestora?

R. En efecto. Porque el deterioro del PSPV-PSOE como primer partido de la oposición ha llegado a tales extremos que quien manda está sin oposición. La consecuencia es que volvemos al absolutismo.

P. ¿A instancias de quién le llega el nombramiento?

R. La verdad es que no podría identificarlo. Se lo atribuyen varios y desde diversos sectores. Y yo, encantado de que sea así.

P. Coinciden todos en que usted es el hombre.

R. Lo que no acabo de entender es que no vean que, dada esa coincidencia, su responsabilidad está en ayudarme. No tendría sentido nombrar entre todos a una persona para a continuación empezar a ensayar el pimpampum contra ella.

P. La composición de la nueva gestora no ha evitado susceptibilidades. Algunos miembros dudaban si integrarse o no.

R. Se han planteado los resultados bajo el prisma de un modelo de convivencia dentro del partido ya agotado, como es quién tiene la mayoría en esos bloques que han estado enfrentándose todos estos meses. Si se persiste -y hay quien persiste- en volver a vivir ese pasado bajo los mismos modelos se está equivocando. No he venido a presidir esta gestora bajo los mismos moldes de las anteriores. Tengo noticias de que quienes esperaban guerra desde el primer momento están reconsiderando su postura y les parece más oportuno la paz. Vamos a evitar que se voten todas las cuestiones que no tienen por qué someterse a votación, sino simplemente a diálogo. Estoy convencido de que últimamente ha faltado mucho el diálogo, han sobrado muchas votaciones y mucho ordeno y mando. Eso es lo que quiero deshacer como método de trabajo. Quiero mucho diálogo, mucha reflexión, que sepamos asumir nuestra cuota de responsabilidad y el día que haya que votar, se votará. Y en este período, que ojalá sea corto, vamos a tratar de salir del atasco.

P. ¿Qué ocurrirá si no se integran?

R. No sé si será un deseo que se me forma como realidad, pero confío en la sensatez de los compañeros. Si me equivoco, lo lamentaría, la gestora se reuniría igual y yo me dedicaría al doble trabajo de los asuntos de la gestora y a convencer a los disidentes para que vuelvan. No me daría por vencido. Soy un poco pegajoso en eso y persistente.

P. ¿Para cuándo el congreso?

R. Eso sí que es una incógnita absoluta para mí. Es un tema que irá saliendo a medida que se vayan solucionando los problemas, porque la salida a la situación tiene que darla un congreso que asegure la estabilidad, que alumbre una nueva ejecutiva con un respaldo considerable. Yo diría que un respaldo mínimo del 65% sería un resultado fiable desde el punto de vista de la estabilidad. A eso es a lo que aspiro, a alumbrar ese congreso mediante unos criterios para la designación de delegados, para lo que habrá que ver los problemas del censo militantes.

P. ¿Habrá que depurarlo?

R. Habrá que adecuar la realidad a la documentación que existe de esa realidad. Si no coincide, lo siento pero habrá que adecuarla. Mantener un germen de mentira o de irrealidad sobre un dato tan importante como es saber cuántos somos, me parece que no conduce a nada serio. ¿Es posible hacerlo en tres meses o cuatro? Vamos a intentarlo. Y a continuación, hay que saber los contenidos de las ponencias, que es lo fundamental. En la clandestinidad, lo accesorio era la renovación de cargos, y lo que importaba era qué iba a defender el partido en unas elecciones. Y ahí es donde vamos.

P. ¿Tiene carta blanca?

R. Parece que sí. Por deducción. Nadie me ha llamado para imponerme ningún criterio y ya he empezado a actuar como si la tuviera. La vía de los hechos consumados consolida muchas situaciones que salen de la idefinición.

P. Antonio Moreno ha puesto el cargo de portavoz a disposición de la nueva gestora.

R. Es un gesto habitual y como tal lo interpreto.

P. Ha dicho que se pensará "muy mucho" permanecer en el cargo.

R. No es un cargo fácil ni cómodo, pero no creo que haya llegado el momento de plantearse, siquiera con perspectivas de proximidad, esas palabras de Moreno.

P. ¿Está en condiciones de hacer un diagnóstico de la situación que atraviesa la federación socialista valenciana?

R. No soy médico, pero está bastante inclinado hacia el encefalograma plano. Atraviesa uno de sus peores momentos: no hay más que hablar con la gente de la calle, con los votantes. Y lo más preocupante es que esa desmoralización va a más. Ha llegado el momento de dar el golpe de timón.

P. ¿En el fondo se trata de un problema de personas o de distintos modelos de partido?

R. Las personas siempre hacemos que fracase o triunfe una empresa: somos determinantes. Si sabemos convivir o no, el fallo es personal. Ahora: ¿se puede mejorar mediante cambios de modelo? Pues también ayuda, pero desde la comprensión y la admisión de criterios que impone la democracia.

P. La falta de cultura de integración en el PSPV, ¿dónde se origina?

R. Ha sido la consecuencia de sustituir la reflexión política en el seno de las agrupaciones por el oropel de los cargos públicos. Nos hemos ido desideologizando. Se ha acusado con la pérdida de las elecciones, porque antes no se notaba tanto. Entonces es cuando aparecen los profesionales de la política y se resisten a perder los puestos de los cuales depende su subsistencia y su futuro. Y están en todos los niveles, no hay por qué mirar sólo al que está arriba.

P. ¿Cómo lo ha hecho para estar todos estos años en el PSPV-PSOE sin estar adscrito a una corriente?

R. Porque visceralmente siempre me he opuesto. Mi contradicción es que soy bastante independiente y acepto la disciplina del partido, con el sacrificio correspondiente de la propia libertad y personalidad. Creo que todas las personas valemos lo que aportamos en un momento determinado. Lo importante es saber a quién tenemos a la otra parte de la trinchera.

P. ¿El partido tiene que cambiar?

R. A fondo. Los viejos aparatos se tienen que oxidar porque no se pueden mantener. Los ciudadanos votan a los partidos si en un momento determinado les convence su programa, pero no se condicionan para lo sucesivo. Eso comporta ideas claras para poderlas transmitir y exige debate interno, estudio y reflexión. Mientras no se funcione así no saldremos del atasco.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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