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Aires de Martes Santo

La lluvia siguió ayer centrando la mayor parte de las tertulias cofrades de la ciudad. Al final no hizo acto de presencia, aunque un leve calabobos a las 20.15 encogió muchos corazones. La oscuridad a ratos del cielo hacía temer que se cumpliera el peor pronóstico del Instituto Nacional de Meteorología, que daba un 15% de posibilidades de agua hasta media tarde, aunque garantizó que, una vez de noche, no caería ni una gota.Quien sí estuvo presente durante todo el día fue el viento. Ni los cirios de la Hermandad de los Javieres a su entrada por la Campana ni los candelabros de guardabrisas del Cristo de la Salud, de La Candelaria, en su salida de la iglesia de San Nicolás, ni el resto de cofradías, soportaron el azote de la ventolera que apagó llamas cofrades durante toda la tarde.

La Candelaria fue, precisamente, uno de los centros de atención de ayer ya que, pese a los problemas internos que dividen a la Hermandad, que está dirigida por una Junta Gestora, procesiónó con toda normalidad.

La primera en salir fue, como cada Martes Santo, la del Cerro del Águila, la más joven de la Semana Santa, una de las más populares y la que tiene un recorrido más largo. Sus 1.700 nazarenos formaron un cortejo que acompañó a sus imágenes durante más de 13 horas. La hermandad continúa a la espera de que se termine su nuevo templo y sigue procesionando desde la iglesia de los Dolores.

Más de 8.500 sevillanos hicieron ayer estación de penitencia por las calles de Sevilla. El martes se ha convertido en el día más popular de la semana, en el que se combinan hermandades de barrio tradicionales, como San Benito o La Bofetá, con otras más clásicas y rigurosas como Santa Cruz o Los Estudiantes.

Uno de los puntos favoritos para el público fue, como todos los años, la salida de San Esteban de la iglesia del mismo nombre, donde los costaleros tuvieron que sacar a los dos pasos, y especialmente el de la Virgen de los Desamparados, en cuclillas para no rozarlos con la estrecha puerta ojival del templo.

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