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Herejes y brujas en el Anboto

Los episodios relacionados con la herejía de Durango son de los más desconocidos de la historia heterodoxa del País Vasco. Al igual que Zugarramurdi podría ser el lugar recurrente de la brujería y su posterior persecución por la Inquisición, hay hechos de importancia similar en otros territorios que no han alcanzado esa notoriedad. Ahora, la escritora alavesa Toti Martínez de Lezea acaba de recrear aquellos acontecimientos en La herbolera (Ediciones Ttarttalo), la tercera de sus novelas históricas, que ayer se presentó en Vitoria."He tratado de ofrecer otra visión de las brujas; los testimonios que nos han llegado hasta hoy en día de la herejía de Durango han sido los de sus perseguidores, que hablaban de aquelarres en los que se fornicaba con el diablo, de mujeres que abandonaban a sus hijos pequeños y a sus padres para seguir a frailes con los que vivían en orgía perpetua; de brujas que volaban sobre una escoba. Evidentemente, todo esto es muy difícil de creer", explicó ayer Toti Martínez de Lezea.

La autora alavesa basa aquellas persecuciones y posteriores ejecuciones en la hoguera en razones ideológicas y políticas que trataban de evitar cualquier crítica a la Iglesia católica y la monarquía española. De ahí que La herbolera no esté recomendada para espíritus morbosos que busquen "rebaños de sapos vestidos, pastoreados por niños abducidos por las brujas", como se puede leer en alguno de los informes de la Inquisición, que ha manejado Martínez de Lezea.

Katalintxe, la curandera

La narración, ambientada en Durango y en el valle de Atxondo, tiene como protagonista a Katalintxe, del caserío Goiena de Arrazola, una joven curandera, precursora de los actuales naturistas, que se ve inmersa en los acontecimientos de la época, que llevaron a la muerte (entre herejes y brujos) a cerca de un millón de hombres y mujeres de toda Europa.

Apoyada en una abundante bibliografía, en la que no faltan Julio Caro Baroja o Ernesto García Fernández (el principal experto en los herejes de Durango), La herbolera aúna los hechos históricos de aquellos frailes franciscanos acusados por la Inquisición por llevarse a 400 mujeres de Durango con las leyendas tejidas alrededor de la cumbre del Anboto, donde habitaba la diosa Mari. En el trasfondo de lo que es un relato de aventuras está la reivindicación de la diferencia y la denuncia de la persecución a unos monjes que a mediados del siglo XV quisieron seguir con excesiva pasión las enseñanzas de San Francisco de Asís.

Toti Martínez de Lezea se une a otras escritoras alavesas que se dedican a la novela histórica, como Blanca Sanz o Paloma Díaz-Mas, aunque la primera se centre siempre en el País Vasco medieval. Su primera novela, La calle de la judería, la situó en Vitoria, mientras que con Las torres de Sancho llevó la acción al reino de Navarra.

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