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Entrevista:RAMÓN GUTIÉRREZARQUITECTO

"Una ciudad no se salva si no es por sus habitantes"

Margot Molina

Cualquier interesado en la cultura iberoamericana sabe quién es Ramón Gutiérrez (Buenos Aires, Argentina, 1939). Este hombre, autor de un centenar de libros sobre urbanismo y arquitectura, es además académico de las Artes y de la Historia de España, catedrático y profesor honorario de un buen número de universidades y consultor de la Unesco en temas de Patrimonio Cultural en Iberoamérica. Lo que a muchos profesionales les daría para presentar un currículo con una docena de páginas, el arquitecto argentino lo ventila en ocho líneas. Gutiérrez, afable, irónico y con esa paciencia que caracteriza a los buenos profesores, interviene hoy en el Simposium Internacional sobre Patrimonio Histórico, un congreso organizado por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla y la Fundación El Monte, cuya sede en Sevilla acoge desde ayer el simposio.Pregunta. ¿Tiene la recuperación del patrimonio en Iberoámerica la importancia que realmente merece?

Respuesta. Nosotros tenemos municipios débiles, política y económicamente, en los que no existe tradición de participación ciudadana, está comenzando ahora. El patrimonio en nuestras ciudades ha sufrido mucho por la especulación que se ha agravado, en los últimos 20 años, con la intervención de capital externo, fruto de la carencia del estado como órgano regulador.

P. ¿Cómo debe afrontarse la rehabilitación del patrimonio en países en los que hay carencias graves en frentes más importantes?

R. Los conflictos entre idealidad y globalidad son más rotundos en iberoamérica. La estrategia de rehabilitación correcta es la de asignar valores de uso a todo el patrimonio que se recupere. La carencia de recursos nos ha hecho plantearnos edificios que puedan generar ganancias con las que se paguen su propio mantenimiento.

P. ¿Son distintas sus prioridades a las que se tienen en Europa?

R. Si, totalmente. Nosotros tenemos grandes ciudades con un crecimiento de población muy explosivo que necesitan nuevas viviendas continuamente; mientras que en Europa se está perdiendo población. Por eso, insisto en la idea de recuperar patrimonio y dedicarlo a fines sociales, como las viviendas.

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P. ¿Qué es lo que está ahora en peligro?

R. Las zonas industriales, sobre todo las antiguas áreas ferroviarias y los puertos. Estas zonas tienen un potencial enorme para los grandes inversores que aspiran a convertirlas en templos para el consumo. Llenarlos de torres y edificios empresariales que les den una alta rentabilidad, supondrían una amenaza para estos espacios que podrían recuperarse como áreas verdes para las ciudades. Es necesario que cada ciudad negocie sus propias líneas, como en su momento lo hizo México D.F., capital en el que se respetó el centro histórico y esos enormes edificios se construyeron fuera.

P. ¿Cuáles han sido los grandes errores que Europa ha cometido en América en cuestiones de patrimonio?

R. Iberoamérica se ha convertido en un laboratorio de ensayo de las ideas que surgen en Europa y Estados Unidos. Hemos padecido el fracaso de la ciudad zonificada -en la que se separaron las funciones residencial, administrativa, laboral y de ocio-, una manera de fragmentar el urbanismo que se aplicó en ciudades como Brasilia, pero no en Europa. El resultado fue una ciudad hecha para el automóvil.

P. Usted es asesor de la Unesco, ¿cree que este organismo aplica unos criterios demasiado restrictivos?

R. Los conceptos han cambiado bastante desde 1972. Entonces la Unesco no había formalizado una estructura de exigencias, que sí posee ahora. Las declaraciones de la Unesco no son condecoraciones, sino el reconocimiento de una tarea de conservación. Una ciudad no se salva si no es por sus habitantes. Cualquier ciudad que sea patrimonio de la humanidad debe recuperarse para sus habitantes y, en segundo lugar, para el turismo. En ningún caso al revés.

P. Usted impartirá clases este año como profesor invitado en la Universidad Pablo de Olavide en Sevilla, ¿Qué programa les ha preparado a sus alumnos?

R. Trataré de mostrar otras salidas para la Historia del Arte que no sean la docencia o la crítica de arte. Hay que orientarlos por caminos como la recuperación del patrimonio industrial o rural que fomente la creación de recursos en las zonas más pobres.

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Sobre la firma

Margot Molina
Ha desarrollado su carrera en El PAÍS, la mayor parte en la redacción de Andalucía a la que llegó en 1988. Especializada en Cultura, se ha ocupado también de Educación, Sociedad, Viajes y Gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado, entre otras, la guía de viajes 'Sevilla de cerca' de Lonely Planet.

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