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Reportaje:

Última cena para un muerto

"Si yo no le hubiera matado a él, él habría matado a mi madre". Así se confesaba el pasado lunes, tras una hora de interrogatorio ante la Guardia Civil, el supuesto parricida Tomasz Arkadiusz Sobon, de 20 años. "Se emborrachaba, pegaba a mi madre, la martirizaba y encima se iba a los clubes", sentenciaba Tomasz. El joven reconocía sin remordimientos que había degollado a su padrastro Bogdan Marian Witecki, de 49 años, casado con su madre desde hace diez. Y también afirmaba que el sangriento compló había sido programado con ayuda de su madre, de 49 años, su hermano menor, de 17, y un amigo de la familia. Entre todos planearon supuestamente un crimen para vengar los palos y malos tratos que sufría Krystina Danuta Sobon. Un plan que hiciese pensar a la Guardia Civil que se trataba de un ajuste de cuentas entre mafias, ya que el padrastro tenía antecedentes por homicidio en Polonia y por robo de coches en Madrid y Coslada. Por eso, después de seccionarle el cuello, le efectuaron con un hacha dos cortes en la zona cervical, con forma de aspa, la tradicional marca que las mafias de la Europa del Este dejan en los asesinados por bandas rivales.La muerte de Bogdan Marian Witecki, nacido en la localidad de Nowa Ruda (Polonia) hace 50 años, sucedió el 31 de marzo en Arganda del Rey. Tras el crimen, la madre y el hijo menor aporrearon las puertas de los vecinos gritando "¡La mafia, la mafia!". En la casa, el cuarto piso del número 12 de la calle de Juan de la Cierva, yacía degollado Bogdan Marian. Y ésa fue la primera hipótesis: que Marian Witecki había sido víctima de una venganza de corte mafioso.

"Mafia"

Las declaraciones contradictorias de la madre y de los dos hijos enseguida extrañaron al grupo de Policía Judicial de la Comandancia de Madrid. Mientras la madre hablaba de la "malvada mafia polaca", el hijastro mayor "aludía a la mafia alemana". Más detalles para la duda: en la estancia donde se encontró el cadáver no había ningún signo de violencia. Qué extraño.

En la segunda ronda de interrogatorios, Tomasz se derrumbó. Sereno y sin titutebos, explicaba las horas previas al crimen. Esa noche, relató, se mostró simpático con su padastro, un hombretón de 100 kilos de peso y 1,90 de estatura. "Bebe, bebe, que esta noche nos vamos a ir de juerga", le invitaba a su padrastro.

La madre, que en un principio se resistió a la trama, colaboró preparando una suculenta cena: el pollo que más le gustaba a su marido. Bogdan Marian se había bebido dos botellas de vodka y todavía se mantenía en pie. "Abrí otra botella y brindamos y brindamos". Con la tercera botella, Bogdan Marian empezó a temblar, según contó el hijastro del fallecido a los hombres del instituto armado. Después, su madre le transportó entre mimos a la habitación. Era cerca de la una de la madrugada. Allí le dejaron tumbado en la cama y allí le rajaron el cuello una hora después. Tomasz cogió el cuchillo que llevaba escondido y le rebanó la garganta, y al minuto le rajó la zona cervical. Finalmente le remató con un golpe en la cabeza. Luego se marchó a oscuras por la escalera. Tomasz explicó que había saldado una cuenta pendiente. "A mi madre la había pegado muchas veces cuando llegaba borracho, y yo no podía consentir que siguiera haciéndola eso", dijo el joven parricida, vecino de Arganda y casado con una mujer española.

Algunos vecinos de Bogdan Marian mantienen otra hipótesis sobre el crimen, que el relato del parricida no ha despejado. Aseguran que entre los hijastros no hay parecido alguno y, por tanto, "podrían ser de padres distintos". Conocedores de la afición de Bogdan Marian a frecuentar los clubes de alterne, muchos ven en su esposa Danuta a una mujer de oscuro pasado en Polonia. Con estos mimbres y el hecho de que otro hombre ajeno a la familia viviera en el piso con ellos apuntan la posibilidad de que hayan sido los "celos" el verdadero móvil del crimen.

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Por otro lado, en el departamento de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Arganda conocen bien a Marian. No tenía perspectivas de encontrar trabajo y hasta allí se acercaba cada semana para pedir dinero, aunque nunca se lo dieron. El departamento sólo se hizo cargo del importe de varios recibos de la luz y del agua, la comida de la semana se la daban, en una bolsa, en las oficinas de Cáritas Parroquial. A ellos tampoco les encaja que Marian estuviera metido en la mafia y, en cambio, no tuviera un céntimo. El departamento ha informado de que en el expediente de Bogdan Marian y de Danuta, que obra en su poder, no existe ninguna denuncia por malos tratos.

Bogdan Marian Witecki era bien conocido en los Servicios Sociales de Arganda. Agobiado por las deudas, se pasaba por las oficinas prácticamente todas las semanas. Siempre la misma palabra: dinero. Pero el Ayuntamiento siempre se lo negaba, sólo le ofrecían ayuda alimentaria, informan desde la oficina. En los últimos meses había probado suerte en las oficinas de la parroquia, a través de las ayudas de Cáritas. También pasaba por esas dependencias para recoger una bolsa con alimentos para toda la semana. No tenía trabajo ni cobraba el paro. En una ocasión estuvo trabajando en una empresa de Arganda, pero fue despedido porque el empresario le exigía regularizar su situación como inmigrante, pero los papeles no llegaban nunca. Tan sólo dos días antes de su muerte había pasado por la oficina para inmigrantes de Arganda para legalizar su situación.

Por la mente de Bogdan Marian pasaba desde hace algunos meses recuperar un coche BMW 320 que la Policía Municipal de Torrejón de Ardoz le retiró por estar mal aparcado, pero entre las multas acumuladas y la sanción el importe para recuperar el vehículo ascendía a 120.000 pesetas. Decía que por la venta del coche podría conseguir más de un millón de pesetas "para poder seguir tirando".

La única persona que ha quedado libre de toda sospecha es Beatriz, la esposa del supuesto parricida Tomasz, y, por tanto, nuera del difunto. La mujer afirma que se ve envuelta en una historia "de película". Conoció a su marido Tomasz Arkadiusz Sobon en una discoteca de Arganda y decidieron casarse. "El día 25 de junio hará un año", recuerda. Desde la boda, su marido ha estado parado, aunque esto ahora se iba a solucionar porque, según dice, "lo iban a contratar en una obra".

La mujer señala que se enteró de la muerte de su suegro "a eso de las tres y media de la madrugada" del día del supuesto crimen, después de recibir en su domicilio la visita de la Guardia Civil.

A pesar de que su marido haya confesado ser el autor material del crimen, Beatriz no recuerda si ese día llegó temprano o tarde a casa. Sólo que cuando se presentaron los agentes "Tomász estaba en casa" .

Beatriz mantiene que no conoce la existencia de las supuestas "palizas" que el fallecido propinaba a su suegra Danuta, ni de sus presuntos contactos de éste con la mafia polaca o la prostitución. La mujer explica que sus parientes siempre hablaban entre ellos en polaco. "Si alguna vez han comentado algo de eso, yo no les entendía", afirma.

El Rubio

Sobre la existencia de otro hombre que convivía con sus suegros, Marcin Artur Filipuzuk,también polaco y apodado El Rubio, la nuera del fallecido sostiene que éste vivía con ellos desde hace un año. "Estaba trabajando aquí, conoció a mi cuñado Mario y éste le ofreció compartir la vivienda", explica. Beatriz no tiene la más mínima duda de que todos "eran bellísimas personas" y que con ella se han portado "todos de manera inmejorable".

Desde el crimen, Beatriz también se ha visto incluida en los cuchicheos del vecindario. Cuando sale a la calle escucha a su paso los murmullos y siente alguna que otra mirada "con el rabillo del ojo", pero tiene claro que no tiene por qué buscar otra residencia. "Yo paso de eso, hasta cierto punto es normal, pero no tengo nada que ocultar".

Beatriz no sabe todavía en qué prisión están su marido y su suegra, y tampoco conoce dónde se encuentran su cuñado y El Rubio. Está a la espera de poder hablar con los abogados del caso para que la informen. Ahora piensa ponerse a trabajar para sacar adelante a su hijo.

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