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Tribuna:DÍA A DÍA
Tribuna
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Tiempo de pasión

Lavaban las madres los pies de los hijos los domingos para la misa mayor; sin duchas ni bañeras ni agua potable, armadas de gaveta o safa, a veces, de fregall o piedra pómez y grandes dosis de inmensa paciencia nos limpiaban el cuerpo por partes y sectores; pero hoy lo hacían de manera especial, ritual: gracias a la procura de la apasionada Samaritana -que este día habría sido convertida por Jesús, junto al fecundo pozo de Jacob- el fregado evitaba males y enfermedades de piernas y patas. Muchos se los purificaban como medida profiláctica; muchos no se los volvían a enjuagar el resto del año.La ablución inauguraba 15 días de mayor intensidad cuaresmal, el tiempo de pasión, que se hacía notar con las imágenes y cruces tapadas con velos morados -el altar mayor se cubría con los grandes llambrots de los improperios, unos telones conservados en Cheste- y con el frecuente recuerdo de la Pasión -en el Alguer los jóvenes van de ronda cantando tristes y monótonos relatos pasionales, entre nosotros se entona en el septenari el segundo dolor: prenguent al Fill i Mare, anareu a Egipte prest; rei Herodes lo malvat, vostre Fill matar volia- que presenció, en butaca de primera fila, santa María de Cleofás, hermana o cuñada de la Dolorosa. Antiguamente se intensificaba la preparación de los catecúmenos -origen de la Cuaresma, a partir del siglo IV, teñida de rigor por las penitencias de los pecadores públicos, que esperaban ahora el perdón- para recibir el crisma el dissabte de Glòria. Pervivió en las parroquias el examen, hoy, de los niños que, desde del Miércoles de Ceniza, acudían, recogidos por el sacristán, armado de larga caña, a la doctrina -daban asistències, cupone canjeables por regalos-, coreando: Anem a la doctrina, anem, anem a la Doctrina que al Cel arribarem.

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