El Valladolid destrona al Portland

No llaman la atención. Tienen un García, un López, un Martínez, un González y un Rodríguez; ningún extranjero, y nadie en la selección española. Pero el Valladolid, que jugará la final de la Copa de Ciudades contra el Groswallstadt alemán, eliminó ayer en cuartos de final al Portland San Antonio de Pamplona, último campeón de la Copa del Rey.Por lo que respecta a la calidad de sus jugadores, el balonmano español goza de buena salud. El Valladolid, que se jugará su clasificación para las eliminatorias finales de la Liga Asobal en la última jornada de la fase regular -es ahora el 10º y pasan 8-, advirtió ayer de que los muchachotes del Groswallstadt tendrán que sudar para cumplir con su papel de favoritos.

Primera línea terrorífica

Sin grandes estrellas, aunque Raúl González es un excelente central y Romero está entre los máximos goleadores de la Liga Asobal, el equipo castellano dejó muy claro desde el pitido inicial que no asumía el rol de víctima. Y eso que enfrente estaba una de las primeras líneas más terroríficas del mundo: Kisselev, Yakímovich, Garralda, Villaldea, Olalla, y aún faltaba el lesionado Martín; ni siquiera el Barcelona puede presumir de tal colección de artilleros. El año pasado llegaron a las semifinales de la Copa de Europa, y ahora están en la final de la Recopa junto al Dunaferr húngaro.

Pero el peso de la edad -el más joven de los citados es Olalla, de 28 años, al que Zupo Equisoain alinea sólo para defender- y la falta de fluidez en la circulación del balón marcan en el Portland una peligrosa tendencia a la irregularidad. Parte de su pólvora estaba ayer mojada: Yakímovich, Kisselev y Villaldea sólo mostraron pequeñas ráfagas de su potencia; mejor estuvo Garralda, en su intento de hacer méritos para que el seleccionador Juan de Dios Román vuelva a llamarle, pero no tan bien como antes de su lesión. Y el mítico portero Buligan, de 40 años, tampoco tuvo su día.

Otro problema del club navarro son las broncas del pivote Errekondo, cuya calidad es tan grande como su falta de serenidad: entre la leña que reparte y las protestas permanentes, se ha ganado la animadversión general de los árbitros. Ayer, cuando fue excluido durante dos minutos por tercera vez -y, por lo tanto, descalificado- montó aún otro numerito antes de que le sacaran la tarjeta roja.

Con un juego muy dinámico e ingenioso, rematado por el pivote Pisonero con la eficacia de un martillo pilón, el Valladolid hizo callar a quienes aseguraban que las semifinales estaban cantadas. Y los García, González, López, Rodríguez y Martínez elevaron su cotización.