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IU baja sus ingresos a la mitad y decide despedir al 75% de sus trabajadores

Carlos E. Cué

La situación en Izquierda Unida es mucho más dramática que en el PSOE. Herederas de una política de gastos que muchos dirigentes califican sin paliativos de "despilfarro", las cuentas de la organización en su estructura central, no así en la mayoría de las federaciones, están muy cercanas a la bancarrota. Tras el descalabro electoral, en el que la coalición perdió 1.400.000 votantes con respecto a 1996 -se ha quedado en 1.250.000-, Izquierda Unida se ha visto obligada a recortar todo tipo de gastos. Y el tajo más brutal se ha centrado en los trabajadores. Según los cálculos de la organización, los gastos de personal pasarán de 312 millones anuales a poco más de 91. Eso significa, aunque la negociación aún está en marcha, echar a 47 de los 62 trabajadores: el 75% de una plantilla que todos califican de sobredimensionada, especialmente en lo que se refiere a cargos de asesores de los dirigentes políticos.

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La bajada de ingresos por la pérdidas de votos y escaños -tenían 21, que se quedaron en 16 por las escisiones, y ahora sólo son ocho- es espectacular: siempre según los cálculos internos, van a pasar de ingresar casi 950 millones anuales a poco más de 500, un 46% de rebaja.

Más espectacular es el descenso que se le calcula a los gastos: aquí se pasaría de 675 millones anuales a 230, un 65% de reducción. Y todo porque más de la mitad del presupuesto, 277 millones , hay que destinarlos a pagar una deuda que asciende a unos 1.700 millones, y ahí no se puede reducir nada.

Detrás de estos números nada halagüeños está el drama personal de 47 personas, cuyos nombres no se conocen todavía, a los que habrá que introducir en el expediente de regulación de empleo. Ninguno de ellos tiene interés en hablar con la prensa en un momento tan delicado como este y menos cuando aún no se ha decidido quién entra en esa fatídica lista y quién no.

Es una plantilla mayoritariamente joven, aunque también hay personas que llevan toda su vida trabajando allí, antes para el PCE y, desde 1986, para IU. Y ellas -la mayoría son mujeres- serán las que estén sujetas a las prejubilaciones con las que se pretende solucionar algunos casos. Pero personas próximas a alguna de estas trabajadoras comentan que, como en cualquier prejubilación, pedir a un persona de poco más de 50 años y con una vida dedicada al partido que se quede en casa es casi una condena.

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