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Tercer juicio a una banda acusada de tres asesinatos cometidos en 1994 y 1995

La Audiencia de Barcelona juzgará esta semana a tres miembros de una banda por tres asesinatos: el de una cajera de un restaurante MacDonalds de Manresa, el de un joyero de Sant Feliu de Llobregat y el de un ex compañero de cárcel. Los crímenes se cometieron en 1994 y 1995. Es la tercera vez que se intenta celebrar la vista oral, después de dos suspensiones en noviembre y diciembre de 1999.

Los acusados son: Francisco Javier Amaya González, Bernardo López Martín y Antonio Milán Velasco, para quienes el fiscal pide 82, 81 y 79 años de cárcel, respectivamente, por tres asesinatos, robos con violencia y detención ilegal, y el pago de 175 millones de pesetas en indemnizaciones. El juicio, que se celebrará en la Sección Quinta de la Audiencia, se ha visto suspendido en dos ocasiones porque los abogados de los acusados aseguraban que el tribunal que debe juzgarlos estaba "contaminado".

Las tres víctimas fueron ejecutadas de dos tiros en la cabeza en parajes solitarios de Manresa, Cerdanyola del Vallès y Alp. El primero de los crímenes supuestamente cometidos por los acusados se produjo en la noche del 4 de diciembre de 1994. Los acusados planearon apoderarse de la recaudación del local de MacDonalds de Manresa y abordaron a la jefa de turno, Juana Garrucho, de 30 años, cuando salió a ingresar el dinero cobrado en caja durante el día: 728.800 pesetas. Los acusados la obligaron a subir a un coche para llevarla a un paraje de la carretera que une Manresa e Igualada. Allí, tras apoderarse del dinero, le dispararon dos veces en la cabeza.

El segundo crimen fue cometido el 30 de enero de 1995 y la víctima fue Gregorio de Salinas, un ex recluso al que los acusados conocieron en prisión y del que recordaban que alardeaba de tener una buena situación económica. Aguardaron su llegada en la estación de Sitges y, después de robarle, le dispararon dos tiros en la cabeza. El cadáver fue abandonado en el parque natural del Garraf.

El tercer crimen fue el de un joyero, Rafael Molinas, que vendía oro en un bar de Castellbisbal. El 16 de marzo de 1995 los acusados abordaron a la víctima haciéndose pasar por funcionarios de policía y lo llevaron a Alp. Después de robarle todas las joyas que llevaba, valoradas en casi dos millones de pesetas, también le dispararon dos tiros en la cabeza. La policía relacionó los tres crímenes en junio de 1995 al comprobar que habían sido llevados a cabo con la misma pistola.

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