Ideologías
Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y que Tony Blair y José María Aznar se han acogido al estatuto de pareja de hecho, anda desquiciada una parte de la parroquia intelectual y predica otra vez el final de las ideologías lunes, miércoles y viernes y reservan martes, jueves y sábados para descubrir que el progreso puede ser de derechas o de izquierdas. Aunque todavía abundan los que se resisten a creer que el progreso puede ser de centro y hay quien insinúa, tímidamente, que pasará a manos del extremo centro si el PSOE no se reorienta antes del 2008.Normalmente, los que proclaman el final de las ideologías se refieren a las ideologías que han caracterizado las conciencias escindidas, desgarradas o desdichadas de la modernidad ligada a la revolución industrial y sus consecuencias. Pero basta contemplar la realidad realmente existente como para ver ideologías por todas partes a la manera de sublimaciones de nuevas falsas conciencias. Los europeos y buena parte de los mahoríes siguen votando ideologías e ideológicamente; por ejemplo, cuando deciden depositar su confianza en Heider, en Tony Blair, en Putin o en el PP no podemos ignorar la oferta ideológica que representan y la relación con la demanda ideológica del mercado. Por ejemplo, no se ha votado al PP sólo por el encanto de Aznar o por la reducción del déficit público o por las maneras stanislavskianas de Piqué, ni por la más indiscutida que indiscutible fortuna macroeconómica. Se le ha votado porque nuestro centroderecha ofrece un amplísimo espectro de ideologías: privatizadores, centristas, liberales, neoliberales, pijos gangosos, pijos ilustrados, miembros del Opus Dei, transfranquistas, ex alumnos del Pilar fracción Kippling, ex alumnos del Liceo Francés fracción degaullista, ex alumnos de los jesuitas fracción padre Mariana, ex comunistas, liberal-leninistas, ecoblandos, villalongos, botines, etcétera, etcétera.
La única idea fija y común que tiene el plural pastiche ideológico de la derecha año 2000 es la de privatizar, privatizar, privatizar, y no procede estrictamente de la ideología política, sino de la economicista, la madre de todas las ideologías exhibidas en las grandes superficies comerciales del espíritu.
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