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Los socialistas buscan una posición propia para retomar la iniciativa política frente al PP y PNV

El País

La dirección del PSE-EE es consciente de la necesidad de fijar una posición propia ante la creciente polarización entre PP y PNV en la política vasca. El documento Eguiguren, elaborado tras las autonómicas vascas, apuntaba ya esa prioridad. Pero, durante este año, el PSE ha mostrado su incapacidad para condicionar al PNV con iniciativas políticas propias y de subrayar nítidamente los perfiles que les separan del PP, también en pacificación. La política de "desestabilización" de los populares para desalojar al nacionalismo de las instituciones devuelve al PSE de nuevo a esa encrucijada.

"El problema es que ETA marca los tiempos políticos, y el PNV y el PP hablan por nosotros. Y en esa coyuntura, el Partido Socialista está sin discurso político propio, incapaz de condicionar la política vasca y de lograr el objetivoprioritario: recomponer la unidade los demócratas". El que habla fue un destacado dirigente del PSE-EE que desempeñó tareas de gobierno en la época en la que la entente PSE-PNV presidía la vida política e institucional en Euskadi. Y, en parte, la actual ejecutiva reconoce ese análisis, esa encrucijada y esa necesidad de fijar un "discurso propio" y un "proyecto autónomo, centrado y progresista", como apuntó en 1999 el número dos del partido, Jesús Eguiguren. ¿Cómo orientar el futuro del partido? Esa es la pregunta que se debatirá en el próximo Comité Nacional, convocado para el 1 de abril pero que ha sido retrasado al coincidir con el congreso de las juventudes del partido.

Seguir manteniéndose en la línea vasquista, defendida desde siempre por el socialismo guipuzcoano, de aproximación al nacionalismo moderado en la medida en que el PNV se distancie de Lizarra o, por el contrario, coincidir con la "dinámica frentista" del PP, empeñado en desbancar al nacionalismo de las instituciones.

Polarización

El PSE se mueve entre la polarización del PP y PNV y los coches bomba de ETA, entre un sector interno que dice que el seguidismo del PP y la edulcorada crítica al Gabinete Aznar en materia de pacificación "nos ha perjudicado", y otra parte del partido que asegura que el acercamiento al PNV "no nos puede beneficiar".

La respuesta, además, debe venir de un partido, acogotado, descolocado e incapaz de condicionar la política vasca y moderar al PNV como sucedió en la década larga en la que socialistas y peneuvistas compartieron tareas de gobierno. Una formación que en los pasados comicios ha pasado a ser la tercera formación en Euskadi, ha perdido un diputado y 35.000 votos y ha dejado el primer puesto que ocupó en 1996 en Guipúzcoa para colocarse en el tercero. Con un fuerte castigo en las grandes ciudades guipuzcoanas y en la margen izquierda de Vizcaya, donde se ha hecho fuerte un sector del aparato del partido con mucho poder interno.

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Esta caída en picado representa, para el PSE-EE, la pérdida del liderazgo del mundo no nacionalista que ya se apuntaba en anteriores comicios, y ha sumido en el desconcierto a sus militantes. Éstos, además de no comprender las razones de este fracaso -se debaten entre atribuirlo en Guipúzcoa a la candidatura de Enrique Múgica, o a su política vasquista de indefinición ante el nacionalismo-, se sienten acosados por la violencia radical.

Los responsables de la dirección guipuzcoana, principalmente Eguiguren y Huertas, se mantendrían en la línea posibilista de recuperar el diálogo con el nacionalismo. Convencidos de que mientras se ha mantenido ese entendimiento es cuando el PNV más se ha moderado, los guipuzcoanos defienden la recuperación del encuentro con el PNV "si éste vuelve al espíritu del Arriaga". Según reconoce Huertas, el PNV, que tiene dificultades para seguir manteniendo el apoyo de EH, "va rebajando y haciendo llamadas indirectas al PSE" en sus últimos mensajes.

En el polo opuesto a esta postura se encontraría Ignacio Latierro que representa un influyente sector del socialismo vasco. El ex parlamentario reconoce que los resultados reflejan las dos tendencias de fondo que asomaban ya en las autonómicas de hace dos años. Por un lado, que el PNV a pesar de seguir siendo el primer partido, ha perdido su carácter hegemónico y deja entrever la posibilidad de la alternancia en el poder; por otro, que el PP podía superar al PSE. Este sector, que trasciende a Latierro y tiene apoyos en Vizcaya, considera que el PSE no ha interiorizado suficientemente que "no estamos como hace 10 años, cuando el acuerdo PNV-PSE significaba un pacto entre dos partidos que podían hablar en términos de gobernabilidad, algo impensable ahora porque seríamos un partido acólito".

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