Plata
Hay un anuncio de televisión en estos días que empieza: "Dicen que ganar una plata es perder el oro. Pero a lo mejor los que dicen eso nunca han ganado una plata". Y a continuación se muestra la imagen exultante de un subcampeón olímpico. En estos días, el Unicaja de baloncesto se está jugando el segundo título continental de esta modalidad deportiva, la copa Korac. El miércoles pasado, el equipo que dirige Bozidar Maljkovic perdió en Francia por 22 puntos el partido de ida de la final ante el Limoges, que está considerado el mejor equipo de Francia, que juega por cuarta vez la final de este torneo y que ya guarda dos copas de campeón en su vitrina.El jueves, jugadores y afición regresaban cabizbajos a Málaga. "Intentaremos arreglarlo en casa", musitaba el capitán del equipo, Dani Romero. A él le debe hacer una ilusión especial ganar la Korac. Es el jugador de la cantera más antiguo del banquillo. Vivió la final de la Liga ACB de 1994, hasta ahora el máximo triunfo del equipo. Jugaron contra el Barcelona, y quedaron segundos. Aquella plata supo a oro en la ciudad. No es verdad que la plata sea tan amarga. En competición es lícito, obligatorio, buscar el oro, pero la plata no la regalan. Detrás de un segundo puesto hay un trabajo duro, una sucesión de pequeñas victorias y alguien que ha trabajado tanto como uno mismo y ha sido mejor al final.
Si el deporte fuera equiparable al urbanismo, al Ayuntamiento de Málaga se le podría animar a ganar una plata simbólica con la rehabilitación del centro histórico. La mayoría de las capitales españolas ya han resuelto este problema. Algunas de las mejores soluciones, la de Barcelona y la de Vitoria, se expusieron el viernes en el Colegio de Arquitectos de Málaga. Ana Aguirre, responsable de la renovación del centro de Vitoria, ofreció una clave que claramente ha faltado en el Plan Especial de Rehabilitación del Centro Histórico de Málaga, que ahora cumple diez años y que, salta a la vista, tiene mucho camino por delante. En Vitoria, el ayuntamiento ha reservado el 80% de las viviendas a menores de 35 años. Se les ha ayudado a poseer su primera casa en un lugar de la ciudad que necesita su presencia para no morir de vieja. Es una solución. Al menos, un criterio. Algo que no existe en el caso de Málaga. Y sin criterio no es que no se pueda ganar la carrera. Es que resulta imposible acabarla.
ESPERANZA PELÁEZ
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