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Reportaje:

Lise regresa al Partido

Cuando los delegados del congreso del Partido Comunista Francés (PCF) celebrado estos días en Martigues, cerca de Marsella, se levantaron de sus asientos dando por concluida la jornada de debates y votaciones, una mujer mayor situada en el área de invitados pidió repentinamente la palabra. Era una dama de cabellos plateados y rostro sereno que poseía la poderosa fuerza de convicción y la elegancia oratoria de las grandes mujeres comunistas.Como Dolores Ibárruri, La Pasionaria, la mujer que tomó la palabra en este congreso de comunistas sin tribuna, ni hoz y martillo, sin más divisa que los poemas de Aragón, desgranó las frases de forma que cayeron a plomo sobre el auditorio. El silencio se instaló automáticamente en la sala, aunque casi nadie sabía que la dama en cuestión era Lise London, combatiente de las Brigadas Internacionales en la guerra de España, legendaria dirigente de la Resistencia francesa contra el nazismo, viuda del político checo, intelectual y escritor represaliado por el estalinismo, Artur London.

A sus 84 años, Lise London ha pedido el reingreso en el debilitado PCF, ahora que su antiguo partido entona "la confesión" de sus pasadas complicidades con el terror estalinista. L´Aveu (La Confesión) es el título del libro que Artur London, Gerard, como le llamaba ella, dejó como testamento "a todos aquellos que quieren devolver al socialismo su rostro humano". Escrito por un hombre obligado bajo tortura a confesar públicamente crímenes que no cometió y condenado a prisión a perpetuidad en un proceso fabricado con pruebas falsas, el libro dio lugar a la película de Costa Gavras del mismo título.

De pie, sujetando con mano firme unos apuntes que no necesitaba leer, Lise London dijo que el celebrado era un congreso histórico porque la renovación del PCF sólo puede hacerse sobre la condena de la "traición" al ideal comunista que supuso el estalinismo. "Yo me siento orgullosa de mi pasado comunista, de las luchas por la paz y contra las guerras coloniales, de la defensa de la República española, abandonada por las democracias occidentales, del combate contra el nazismo", dijo, para alivio de todos aquellos que sienten vértigo cada vez que se cuestiona la trayectoria pasada. "Pero en esta lucha", añadió la inesperada oradora, "no vimos lo que se producía a nuestras espaldas. No vimos que las prácticas estalinistas se convertían en política de Estado, sepultureras de la esperanza; no vimos nacer y crecer al monstruo". Fue entonces cuando anunció su intención de pedir el carné de afiliada comunista que entregó en 1981 exasperada por el prosovietismo del partido; cuando dijo que su marido, fallecido en 1986, habría estado con ella en Martigues escudriñando el futuro.

Una oleada de emoción recorrió el recinto y los delegados puestos en pie ovacionaron largamente a esta mujer que les dio testimonio de esperanza en estos momentos de incertidumbre. Cuando salieron, algunos echaron mano de sus pañuelos para secarse las lágrimas. Rodeada de militantes entusiastas, que la abrazaban y besaban, Lise London levantó la cabeza instintivamente al oír unas palabras en español. Estaba agotada y le dolía la rodilla operada, pero no escuchó a quienes querían llevarla a descansar. Alguien comentó: "No hay nada que hacer. Siempre es así cuando se encuentra con un español, tiene verdadera debilidad por ellos".

La antigua activista de las Brigadas Internacionales, hija de españoles de Teruel emigrados a Francia, explicó que conoció a Dolores Ibárruri. "Fue en Moscú, en la Internacional Comunista, cuando yo tenía 18 años. Oí a una mujer hablar en español y el corazón me dio un vuelco. Le comenté que era hija de españoles y ella me abrazó y me dijo que esperaba que hiciera un buen trabajo como militante y que dejara bien alto el pabellón español".

Lise entornó sus ojos acuosos y señaló que tampoco a Gerard le habría costado reintegrarse en el PCF. "Siempre fuimos conscientes de que el estalinismo no tenía que ver con el socialismo. Siempre supimos que los crímenes eran ajenos al trabajo generoso de los millones de luchadores comunistas. Fuimos traicionados. La confesión, dice, 'es la trampa de un comunista cogido en la trampa de su fidelidad, que ha conseguido denunciar la trampa, sin renunciar a su fidelidad'. Por eso", añadió Lise, "he venido a Martigues".

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