El desideologizado
Resulta curioso observar cómo la gente que no se considera de izquierdas recurre a menudo a la retórica de la desideologización. Casi siempre argumentan la ausencia de ideologías en las sociedades modernas y pocas veces aunque lo sean, se reconocen de derecha o de centro derecha. Uno de los que promueven ese "pensamiento único" es el señor Vargas Llosa, cuyas reflexiones de las pasadas elecciones (España va bien, EL PAÍS, 19 de marzo de 2000) son, desde mi punto de vista, dignas de comentario.El señor Vargas Llosa deduce de resultado de los comicios del 12-M que el electorado español ahora se ha "modernizado", "europeizado" y que "votar con el bolsillo" es "un síntoma de racionalidad, sensatez y buen instinto democrático". O sea, que ahora resulta que lo moderno, lo europeo y lo sensato es no mostrar una ideología a la hora de votar. Lo moderno es, de acuerdo con esta teoría, votar según nos vayan las cosas a cada un@ de nosotr@s, "según nuestra experiencia concreta". Es el triunfo del individualismo.
Sin entrar a valorar alguna de las torticeras circunstancias que nos han llevado a esta situación, en realidad creo que esa forma de pensamiento efectivamente ha calado en nuestra sociedad. O somos menos de izquierdas que antes o es que nunca lo fuimos tanto. Cuando se alcanzan cotas de bienestar social como las que ahora disfrutamos es cuando se nos ve el plumero; es cuando demostramos de veras si seguimos abogando por repartir nuestra riqueza, por seguir mirando por los derechos de los que son tan desfavorecidos como lo éramos nosotros antes y por aspirar a la igualdad de oportunidades o por el contrario sucumbimos ante los encantos tan perversos del neoliberalismo barato ahora que "España va bien".
Ser de izquierdas es, señor Vargas Llosa, entre otras muchas cosas, votar con mi bolsillo y con el de los demás.- .
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