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Un barrio valenciano en Maputo

Las imágenes de helicópteros rescatando en Mozambique a numerosas personas atrapadas en las copas de los árboles o en frágiles balsas en medio de una inmensa extensión de agua dieron la vuelta al mundo en febrero. La última gran catástrofe humana, originada por las intensas lluvias y el paso del ciclón Eline, ha dejado a su paso 150 muertos y 200.000 personas sin hogar. Pero seis años antes de que los telediarios bombardearan las conciencias del mundo occidental con estas duras imágenes, muchos vecinos de L'Eliana ya cooperaban todos los meses con este país, uno de los más pobres del mundo.Desde hace seis años, el último domingo de cada mes la iglesia parroquial de este municipio del Camp de Túria celebra el Día de Maputo (la capital de Mozambique) y destina el dinero de la colecta a financiar proyectos sociales en esta ciudad africana. El párroco, Ricardo Arnau, de 68 años, recuerda que mientras el Ayuntamiento se hermanaba con dos "ricos municipios europeos", él decidió dar un golpe de efecto y hermanó a su parroquia con "una de las misiones más pobres del mundo", la de Maputo. Ante la respuesta ciudadana, el Ayuntamiento, presidido por el alcalde socialista Josep Maria Àngel, decidió hace unos años involucrarse en la campaña de apoyo a Mozambique y ya ha donado ocho millones.

Las raíces de esta sensibilidad de L'Eliana por la causa mozambiqueña hay que buscarlas en la vieja amistad que une desde los tiempos del seminario al párroco Arnau y al religioso de Teulada (La Marina Baixa), Vicent Belenguer, de 63 años, que ha pasado los últimos 32 de misionero en Maputo. Belenguer es toda una celebridad en Mozambique. En 1975, cuando los guerrilleros revolucionarios pusieron fin al dominio portugués y la mayoría de colonos europeos se marcharon, el nuevo Gobierno se encontró sin gente con formación para asumir los puestos de responsabilidad. Por eso le encomendaron a Belenguer un alto cargo en el Ministerio de Educación. Pero unos años después, cuando ya había profesionales formados, el sacerdote abandonó el poder y regresó a su misión.

Hombre de principios, Belenguer se puso en peligro al detener un tren que se llevaba reclutados como soldados a algunos niños de su escuela. Tampoco accedió a retrasar dos meses la apertura de una escuela para que la inaugurara la Reina Sofia, y que el colegio llevara el nombre de la monarca y no el del intelectual que unificó el país, Eduardo Monllano.

Después de las inundaciones,el misionero valenciano logró que el alcalde de Maputo le cediera un gran terreno urbanizado en el Barrio Ferroviario para construir un centenar de casas a los damnificados. En cuanto conocieron el proyecto, el párroco y el alcalde de L'Eliana decidieron ayudarle a buscar los 10 millones de pesetas que necesitaba para financiar la construcción de una treintena de viviendas.

Belenguer explica que cada una de estas casas cuesta un millón de pesetas y tiene 40 metros cuadrados. El misionero reconoce que estas viviendas no son más grandes que un paellero de una casa de campo y que en ellas tienen que vivir familias con cinco o seis hijos, pero tendrán una parcela de 200 metros cuadrados para que poco a poco vayan ampliando sus muros. Con todo, insiste en que en estas casas sus condiciones de vida serán mejores y dispondrán de todo un lujo en aquellas latitudes: servicios de agua potable y alcantarillado.

"El presupuesto de nuestra parroquia es muy limitado, sólo tenemos seis millones anuales, lo único que podemos hacer es llamar a algunas puertas", comenta Arnau. Por eso, arropados por los dos diputados de L'Eliana (el alcalde y la edil del PP Asunción Quinzá), los dos religiosos visitaron ayer la Diputación de Valencia y se entrevistaron con el responsable de Cooperación Internacional, José Vicente Frasquet, que se comprometió a echarles una mano. También han pedido cita al presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, para pedirle que apadrine el barrio valenciano de Maputo.

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