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29ª Jornada de Liga

'Derby' de medio pelo

El Atlético y el Madrid empatan en un partido deficiente que evidenció el verdadero estado de los dos equipos

ATLÉTICO 1-REAL MADRID 1Partido sin distancias en el Manzanares. Partido malo. No hubo diferencias entre un equipo que anda angustiado por la proximidad del descenso y otro que pretende ganar el campeonato. Si acaso, el Atlético expresó mejor su estado de necesidad. Jugó mal, pero remató mucho. El Madrid jugó igual de mal, remató menos y en ningún momento se dio por enterado de la trascendencia de un encuentro que se antojaba decisivo. Para afrontar una cita de este calibre, el Madrid salió con un batallón de centrales, lo que evidentemente chocaba con sus intereses. Tampoco extraña su decepcionante actuación. Lo más sorprendente es su estupenda posición después de unas prestaciones decepcionantes durante toda la Liga.El Atlético puede acudir a las estadísticas para proclamar una cierta superioridad sobre el Madrid. Es verdad que estuvo más cerca del gol que su viejo rival. La alta frecuencia de remates no se derivó de un fútbol de alta escuela. Más bien, ocurrió lo contrario. Como consecuencia de los numerosos errores defensivos del Madrid, el Atlético llegó más lejos de lo que anticipaba su juego. En este sentido, el dibujo del Madrid no generó más estabilidad que en partidos anteriores. Del Bosque alineó a dos centrales (Iván Campo y Karanka) y un libre (Helguera). Y en el medio campo, Sanchis. De un golpe prescindió de los interiores, lo que se puede interpretar razonablemente como un rechazo del técnico del Madrid al papel de Geremi y McManaman. Como el fútbol ofrece tantas lecturas, también se puede considerar que Del Bosque necesita a dos centrales por el precio de Hierro. O que le pudo la presión del partido. El caso es que todo el blindaje no impidió un altísimo número de tiros del Atlético, ni los errores habituales en los balones cruzados. Ahora hasta los saques de banda aterrorizan a la defensa madridista. En uno de ellos, el Atlético logró el empate. La cadena de errores comenzó con un mal despeje de Iván Campo. En el saque de banda, Karanka midió mal el salto en el balón llovido y tampoco apretó a Kiko, que maniobró perfectamente de espaldas a la portería. Nadie estuvo atento en el segundo palo a la llegada de Solari, en una acción que también evidenció los problemas actuales de Casillas en este tipo de jugadas. Del gol se dedujo la escasa consistencia defensiva del Madrid.

Julián Hernández (voz, guitarra, banjo y armónica), Javier Soto (guitarra, slide, percusión y coros), Segundo Grandío (bajo, percusión y coros), Ángel González (batería), Jorge Beltrán (percusión), Ángel Morales (saxo), David Rodríguez (trompeta), Rómulo Sanjurjo (trombón) y Andrew Phillips (teclados)

Con la colaboración de Manuel Manquiña (narración y coros). Colegio Mayor San Juan Evangelista. 2.000 pesetas. Madrid, viernes 17 de marzo.

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Pero lo mismo se puede decir del Atlético. Por lo menos, en la primera parte. Se defendió mal en todos los conceptos: con la línea muy retrasada, sin vigor y sin coordinación. Gaspar fue una mina para el Madrid. El hombre, que tiene una querencia indiscutible por el puesto de central, salió como lateral derecho. No fue ni una cosa ni otra. Sobre un grandioso despiste de Gaspar surgió el gol del Madrid. El defensa del Atlético se quedó enganchado tres metros por detrás de la línea de defensas y habilitó a Salgado, que recibió un excelente pase de Raúl. Su remate fue desviado por Molina. Y allí se observó el segundo error de Gaspar: no retrocedió para perseguir a Morientes. El delantero puso la caña y marcó. El cambio de Gaspar por Mena, que se limitó a actuar como lateral, resultó suficiente para desactivar el problema.

En la primera parte, el encuento no siguió ningún hilo. La presencia de tantos centrales se interpretó como un pésimo mensaje para las necesidades del Madrid. Es cierto que dispuso del balón, pero el equipo estaba mal calzado. Morientes tenía que entrar por los lados, y eso le alejaba de su posición natural. Raúl apenas tuvo peso en el partido. Y los demás pasaron desapercibidos en el mejor de los casos. Sólo un par de incursiones de Roberto Carlos -alimentadas por el desconcierto que se traían Aguilera y Gaspar- tuvieron un aire amenazante para Molina.

Al Atlético le faltó Hasselbaink para sacar partido de sus oportunidades. A Hasselbaink no hay un remate que no le guste. Para eso, es instantáneo. En esta ocasión se empleó con menos contudencia, hasta con timidez. Y era de un Hasselbaink voraz de quien dependía la suerte del Atlético, porque la defensa del Madrid concedió más de la cuenta, a pesar de la proliferación de centrales. En contra del Atlético obró durante toda la primera parte sus dificultades para hacer algo de fútbol. Sus oportunidades aparecían en las faltas, en algún córner, hasta en los saques de banda. Por juego, no.

En el otro lado, el Madrid no estaba diseñado para nada grande. Sobre la alineación, o sobre el dibujo, pesó siempre un peaje gravísimo. Se transmitió una idea conservadora para un partido que necesitaba de otra cosa. Por eso, el Madrid no sacó ningún rendimiento del gol de Morientes, ni de la quiebra anímica del Atlético, ni de su desorganización defensiva en el primer tiempo. Siempre fue un equipo incapaz de manifestar con hechos la diferencia en la clasificación sobre su rival.

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