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La agenda de una transición necesaria MANUEL ESCUDERO

A raíz de la crisis que padece, se comienza a hablar otra vez de la "renovación" del PSOE. La palabra está ya tan gastada que yo prefiero hablar de una transición. Ha terminado, por fuerza, una etapa del socialismo español y debería comenzar otra. El PSOE empieza a transitar entre ellas.No sé cuántos años serán necesarios para completar esta transición, pero sí tengo claro que sólo culminará cuando la gente considere que, al referirse al PSOE, está ante el futuro y no ante el pasado, los viejos modos, las viejas claves. Sólo entonces el PSOE se habrá constituido en alternativa al PP. Por eso pienso que es muy importante señalar los retos de esa transición. Creo que son los cuatro siguientes:

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El primero es hacer un diagnóstico certero de los cambios que se necesitan. Las elecciones han puesto de manifiesto que al PSOE le falta credibilidad y capacidad de movilización. En esta hora de juicios apresurados habría que hacer una llamada de prudencia para que se haga un diagnóstico certero. No es cierto que el PSOE deba cambiar su proyecto y su mensaje. De hecho, el programa que ha llevado el PSOE a las elecciones es muy homologable al de sus socios europeos. Pero no ha sido juzgado como relevante: millones de votantes no le han otorgado credibilidad, probablemente porque sus portavoces no han convencido de su sinceridad. Por eso, más que un cambio de políticas, lo que necesita el PSOE es nuevos dirigentes más abiertos, más integradores y más innovadores. Con ellos será posible completar los ejercicios de innovación política que, desde el Programa 2000 hasta este programa electoral, siempre han terminado, por una u otra razón, con las alas cortadas. Con esos nuevos dirigentes será posible solucionar la desmovilización profunda de los afiliados socialistas, después de 14 años de Gobierno y cuatro de "dulce derrota" en los que se han ido configurando estructuras directivas muy poco dinámicas. Con ellos será posible, a partir del avance que se ha logrado con las primarias, instituir un sistema transparente y de competencia leal en la nominación de responsables y candidatos, en el que no sigan primando las familias de intereses sobre el mérito, e incluso, en casos muy señalados, sobre la voluntad de la mayoría de los afiliados. Este último elemento, propiciado por la escasa voluntad participativa de los dirigentes, ha desincentivado a muchos y es el elemento más inmediato que ha acrecentado la desmovilización en el PSOE y su entorno.

El segundo reto, que se deriva naturalmente del anterior, es que se realice una "transición sin trampas", que no esté teledirigida. El equipo dirigente que llegue a liderar el PSOE en el futuro debe ser un poder sin ataduras ni compromisos con el pasado. Para ello bueno será que ese congreso ordinario que se anuncia signifique unos verdaderos Capítulos Generales que cuanto más participados por sus afiliados, y también por la gente progresista que hoy quiere apoyar al PSOE, más efectivos y positivos serán. En este terreno va a ser crucial la elección de la comisión gestora que asuma provisionalmente las tareas de dirección política del PSOE y de preparación de ese congreso. Lo lógico es que no controlen esa gestora miembros de la Ejecutiva dimisionaria, sino que sea un reflejo equilibrado de la pluralidad socialista. Debe tener, sobre todo, autoridad moral, con personas de probada fidelidad al proyecto socialista y capacidad integradora, que ejerzan su tarea asegurando la plena participación de todos los miembros del PSOE.

El tercer reto consiste en evitar deslizarse por lo que, desgraciadamente, suele ser la norma en los partidos que entran en dificultades: una pendiente de fragmentación interna, y que se inicie una "noche de los cuchillos largos". Todos los dirigentes -incluso los que se han sentido maltratados- deben entender que la suma de pasados no hacen un futuro; que no es el momento de disputarse el poder, sino que ha llegado la hora de una nueva época que, al tiempo que restablezca el pluralismo, sea capaz de erradicar sin contemplaciones los sindicatos de intereses, grandes o pequeños, y abra las puertas de par en par a miles de ciudadanos y ciudadanas progresistas. Pues esos ciudadanos tienen mucho que decir y de entre ellos saldrán los nuevos dirigentes del PSOE. Ésa es la altura de miras que el momento reclama de todos los dirigentes socialistas.

Y el cuarto reto es tener frescura "revisionista", libertad de pensamiento. Para atender al reto de configurarse como la opción política de futuro, el PSOE debe ser capaz de revisar todo lo necesario y formular autocríticas explícitas, pues es ése el camino para ganar un nuevo respeto y una nueva credibilidad. Por poner un ejemplo sobresaliente, el hecho de que hoy millones de jóvenes afirmen que a ellos no les va la política es tributario de un error que el socialismo ha de atribuirse en gran medida. No se atrevió en su etapa de mayoría política a auspiciar un movimiento genuinamente autónomo de los jovenes, de naturaleza civil, laica y librepensadora, que les autoeducara en la participación política. En su ausencia, las nuevas generaciones de votantes han crecido escuchando el martilleo machacón de diversos medios a lo largo de los años 90 acerca de que la política, y particularmente la del PSOE, era sinónimo de corrupción. Con ello se quedaron, y ahí está la causa principal de su descreimiento. Sin una sincera autocrítica esa situación no se corregirá.

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Como diría Hobsbawm, hay que "construir sobre los fundamentos del pasado, pero la construcción debe ser nueva". Una transición tranquila, emprendida sin exageraciones, con sentido integrador, combinándola con una tarea seria y eficaz de oposición, que no puede esperar. Pero una transición profunda, que culmine configurando un nuevo equipo dirigente abierto e innovador. Y sólo sobre la base de una agenda de trabajo como ésta, o parecida, estará el PSOE en condiciones de elegir sin precipitaciones, y mediante el voto directo de todos, su nuevo líder de entre los que estén pilotando esta transición.

Manuel Escudero, profesor de Macroeconomía en el Instituto de Empresa, ha sido secretario de la Comisión de Programa del PSOE.

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